domingo, 24 de enero de 2010

Fernandomanía VI y última

Juan Carlos Plata


En su artículo 20 Years Ago, Fernando Valenzuela Was King of the Hill, publicado en la revista Baseball Digest, en julio de 2001, Paul Click, relataría 10 años después, lo que sucedió en la primavera de 1991:

“Parecía una broma del April Fools (celebración similar al Día de los Inocentes en México, que se celebra cada día primero de abril en varios países, incluyendo Estados Unidos. Nota del metiche) cuando en la primavera de 1991 se anunció que Fernando Valenzuela había sido dejado en libertad por los Dodgers.

“Apenas 10 días antes de esta noticia, Valenzuela -el consentido de Los Angeles y de su amplia población mexicana- recibía una ovación de pie de sus fanáticos en Monterrey, donde tuvo una de sus más finas actuaciones de cualquier primavera durante sus 10 años con los Dodgers.

“Contra los Milwaukee Brewers, tiró pelota perfecta en 5 innings con excepción de un sencillo y jonrón de Gary Sheffield.


“'Por supuesto que estamos en shock', diría Orel Hershiser en ese tiempo.


“La dirigencia de los Dodgers dijo que había sido una difícil decisión. El manager Tom LaSorda lloró desconsoladamente cuando le anunció a Valenzuela había sido dejado en libertad. El club estaba devastado por hacer lo impensable. La Fernandomanía no existía más.

“’Nunca olvidaré lo que Fernando hizo por mi y por los Dodgers’ diría LaSorda tiempo después. ‘Ha sido un privilegio y un honor dirigirlo por 10 años porque sin lugar a dudas él es un gran talento y un gran competidor. Nos ha dejado a todos nosotros grandes recuerdos”.


Glenn Stout también aborda el tema:

“Para la temporada de 1991 los Dodgers no tenían suficiente talento en sucursales y sin Gibson (que había sido dejado en libertad) y Hershiser (que estaría listo para jugar hasta media temporada) sufrían de falta de un gran estrella. Valenzuela simplemente ya no era más ese tipo -la Fernandomanía era historia antigua.

“La decisión de dejar ir a Gibson y contratar a Darrel Strawberry no fue, por mucho, tan dramática como la que tomaron los Dodgers al final del Spring Training. Con un contrato firmado recientemente, Fernando Valenzuela se había visto genial en el spring training. A mediados de marzo el equipo viajó a Monterrey para jugar un juego de exhibición contra los Milwaukee Brewers y Valenzuela permitió sólo un hit en 5 entradas ante una asistencia de 29 mil fanáticos.


“Peter O'Malley, dueño del equipo, dijo: 'Sabíamos de la popularidad de Fernando en su país, pero venir aquí y verlo, oírlo y sentirlo ha sido uno de los momentos más extraordinarios en mi tiempo con los Dodgers'.


“Dos semanas después, luego de dos salidas con números negativos, fue cortado. Relativamente joven y con 141 victorias en 10 años, los Dodgers decidieron que los 2.5 millones que ganaría eran más necesarios que él mismo.


“Estos ya no eran más los Dodgers de tu padre, ya no eran incluso tus Dodgers”.



Cambio de código postal
Cuando todo parecía acabado, cuando había pasado de ser el rey del beisbol a desempleado, cuando el corazón, el alma y el estandarte de millones de mexicanos parecía roto irreparablemente, de nuevo, Valenzuela fue el único que no perdió la calma.

Tim Kurkjian en su columna Baseball de Sports Ilustrated del 17 de junio de 1991 nos cuenta la historia:

“Él no es el Fernando Valenzuela de antaño, ni siquiera se acerca. Pero el nuevo lanzador zurdo de la rotación de los Angels demostró el pasado viernes que puede seguir atrayendo fanáticos y, lo más importante, que aún tiene algo con qué contribuir en la lucha por un campeonato.

“El debut de Valenzuela en la Liga Americana fue difícil –permitió nueve hits y cuatro carreras limpias en cinco entradas para una derrota 5 carreras a cero contra los Tigers- pero su recta más rápida fue registrada en 86 millas por hora, sus repertorio no permitió movimientos de corredores, no regaló pasaportes y ponchó a cinco rivales. Además sorprendió al manager de los Tigers, Sparky Anderson. ‘Todos decían que no podía lanzar más’, dijo Anderson luego del partido. ‘Pero vaya que puede. Fernando nunca ha sido conocido como un Roger Clemens’.


“California no le pide a Valenzuela que sea Roger Clemens, o siquiera el Valenzuela en su época dorada, y es por eso que el haberlo firmado (por un salario base de 300 mil dólares y la posibilidad de ganar hasta un millón por incentivos) tiene mucho sentido. El es ahora el quinto abridor de un staff del que los cuatro primeros lanzadores han sido tan buenos como cualesquiera otros en la liga. ‘Si él nos da 20 salidas, promedia 5 entradas por salida y nos mantiene en el juego, es todo lo que necesitamos’, dijo el manager de los Angels, Doug Rader.


“¿Cuántos quintos abridores han estado en seis peleas por el campeonato como Valenzuela lo ha hecho? ¿A quién preferirían tener en la loma los fanáticos de los Angels en un juego clave de septiembre, a Valenzuela o al novato Scott Lewis, el antes quinto abridor, cuyo record de 1 ganado y 5 perdidos lo mandó de regreso a las ligas menores la semana pasada?


“Luego de tener record de 13 ganados y 13 derrotas, una efectividad de 4.59 y lanzar un juego sin hit para los Dodgers el año pasado,Valenzuela fue dejado en libertad el 28 de marzo porque los Dodgers pensaban que otros de sus abridores eran mejores. Por casi dos meses, Valenzuela no recibió oferta alguna. ‘Mis reportes decían que ya no tenía nada’ dijo el gerente general de los Padres, Joe McIlvaine cuando se le pregunto por Valenzuela en mayo.


“California firmó a Valenzuela el 20 de mayo. Tuvo tres salidas en Ligas Menores sin permitir carrera limpia en 17 entradas. Su debut como Angel atrajo a 49 mil 977 fanáticos al Anaheim Stadium. La oficina de los Angels calculan que 25mil de esos boletos fueron vendidos porque Valenzuela era el pitcher abridor, así que incluso si esos boletos hubieran sido de localidad general, de a 3 dólares por boleto, con sólo esa salida el equipo tendría una buena parte del salario del lanzador”
.

A pesar de los buenos augurios, Fernando sólo lanzó dos juegos para los Angels esa temporada: el 7 de junio contra los Detroit Tigers ya descrito por mister Kurkjian, y el 12 de junio contra los Milwaukee Brewers. Sus números, en efecto, confirmaban que no era el de antes: 0 ganados, 2 perdidos, apenas 6.2 entradas lanzadas, 9 carreras limpias (para un astronómico 12.50 de afectividad), 3 bases por bolas y 5 ponches.

Un par de semanas después, el 5 de julio fue mandado de nuevo a Ligas Menores, donde tuvo totales de 6 ganados y 4 perdidos. Ese año no volvió a las mayores y finalmente, el 10 de septiembre fue dejado en libertad por los Angels.

El difícil camino del retiro
El 20 de marzo de 1992 Valenzuela firmó contrato con los Detroit Tigers y el 3 de junio fue enviado a la Liga Mexicana, con los Charros de Jalisco.

El equipo tapatío estaba en crisis, por esos días todo Guadalajara estaba en crisis. Apenas unos meses atrás, el 22 de abril, el sistema de drenaje de varias colonias se vio invadido por gasolina y una serie de explosiones destruyó 8 kilómetros de calles. Según cifras oficiales, los incidentes mataron a 209 de personas, dejaron casi 500 heridos y 15 mil personas quedaron sin hogar.

Valenzuela fue un último esfuerzo del equipo por resucitar a su novena y acerca a la gente al estadio. El experimento sirvió pero sólo poco tiempo, el Toro, como era de esperarse, fue un imán de taquilla (no sólo en Guadalajara, sino en todas las plazas donde jugaba su equipo) pero, sin que haya mayores registros y explicaciones, dejó a la novena charra en menos de tres meses.

En 1993 regresó a las Mayores con roles cada vez más modestos pero encontrando un poco de la efectividad que lo hizo grande. Ese año jugó para los Baltimore Orioles con los siguientes números: 32 juegos (31 aperturas), 5 completos, 8 ganados, 10 perdidos. 178.2 innings, 4.94 de efectividad, 2 blanqueadas, 79 bases por bolas y 78 ponches.

Al año siguiente se mudó a Philadelphia y con los Phillies acumuló apenas 8 juegos (7 aperturas), con récord de 1 ganado y 2 perdidos. 45 innings lanados, un respetable 3.00 de efectividad, 7 bases por bolas y 10 ponches.

En 1995 jugó 29 partidos para los San Diego Padres, 15 de ellos viniendo desde el bullpen y sus números, nuevamente fueron respetables: 8 ganados y 3 perdidos. 90.1 innings lanzados, 4.98 de efectividad, 34 bases por bolas y 57 ponches.

Tal vez la última vez que brilló en las mayores fue en 1996, nuevamente con los Padres: en 33 juegos (31 aperturas) colectó 13 ganados y 8 perdidos. Lanzando 171.2 entradas, con un excelente 3.62 de carreras limpias admitidas, 67 bases por bolas y 95 ponches.

1997 lo inició con San Diego donde lanzó en 13 encuentros con récord de 2 ganados y 8 perdidos. El 13 de junio Valenzuela fue incluido en un paquete de jugadores que sería enviado a los Saint Louis Cardinals: Valenzuela junto con Scott Livingstone y Phil Plantier dejaron California y los Padres recibieron a cambio a Rich Batchelor, Danny Jackson and Mark Sweeney.

En Saint Louis, Valenzuela no consiguió ninguna victoria en sus 5 partidos, el último de ellos el 14 de julio contra los Cincinnati Reds, donde perdió. Un día después fue dejado en libertad y nunca más ha regresado a las Ligas Mayores.

Sus totales en la gran carpa son los siguientes: 17 temporadas, 453 juegos, 173 ganados, 153 perdidos, 424 aperturas, 113 juegos completos, 31 blanqueadas, 2 salvamentos, 3.54 de promedio de carreras limpias admitidas, 2 mil 930 innings pichados, mil 151 bases por bolas y 2 mil 074 ponches.

En su artículo Mania man, publicado en Sports Ilustrated el 30 de junio de 2003, Luis Fernando Llosa habla de lo que pasó después:

“Para cuando fue dejado en libertad por los Cardenales, en 1997, Valenzuela sabía que su carrera como ligamayorista estaba terminada. ‘Yo sabía que ya no podía soportar los intensos entrenamientos para competir a nivel de Grandes Ligas, pero no quise anunciar mi retiro. Quería mantenerme lanzando en cualquier nivel que pudiera’.

“Era noviembre de 1997, y Fernando Valenzuela era un pitcher de 37 años que sufría fatiga de brazo y perdía la batalla por mantenerse en forma. Tres meses antes había sido dejado en libertad por los Cardenales de San Luis, y parecía entonces que después de 17 años en las Ligas Mayores, era un pelotero acabado. Pero ahí estaba, parado en el montículo enfundado en el uniforme de los Naranjeros de Hermosillo de la Liga Mexicana del Pacífico, en la misma liga en la que, con 16 años de edad, debutó como profesional".


Valenzuela continuó jugando cada invierno con los Naranjeros de Hermosillo hasta el año 2002 cuando expiró su contrato. En la primavera de 2003 regresó a la nómina de los Dodgers, esta vez como comentarista de las transmisiones de los juegos en español, las mismas a las que él propulsó a losgrandes ratings internacionales, junto con el que fuera su intérprete años atrás Jaime Jarrín y Pepe Yñiguez.

Y en los inviernos regresó a jugar en la Liga Mexicana del Pacífico, ahora con los Águilas de Mexicali, equipo con el que jugó hasta la temporada 2006-2007 (de paso, el domingo 5 de noviembre de 2006, el Toro lanzó un partido en el que su hijo, Fernando Valenzuela Jr. Jugó la primera base para el equipo cachanilla).

Fernando no ha regresado a la actividad en el montículo (ha sido coach de pitcheo, junto con Armando Reynoso, de las dos versiones de la selección nacional mexicana que participó en el Clásico Mundial de Beisbol en 2006 y 2009), aunque todavía no ha anunciado su retiro, tal vez nunca lo haga, qué importa.

Epílogo
Se han presentado muchas visiones distintas del fenómeno de la Fernandomanía –preferentemente de actores no relacionados directamente con Valenzuela, con México o con la comunidad latina en Estados Unidos para evitar el sentimentalismo-, se han analizado sus números, se ha hablado de su impacto en el beisbol y en el panteón de héroes mexicanos.
Pero a todas estas, qué opina el protagonista de toda esta historia. Probablemente el guión de un comercial grabado por Valenzuela que se trasmite por radio en los partidos de los Dodgers nos dé una pista: “Las estrellas están en el cielo, aquí abajo sólo hay jugadores de beisbol”.

Fernandomanía V

Juan Carlos Plata


FV 34
Luego de darle poco apoyo ofensivo por lo menos en las dos temporadas anteriores, en 1986 los Dodgers respaldaron a Valenzuela para tener una temporada brillante.

Con su equipo anotando un promedio de 4.85 carreras por partido (hicieron cuatro carreras o más en 19 de sus 34 aperturas y en ningún juego se quedaron en blanco) Valenzuela alcanzó 20 victorias y perdió en 11 ocasiones.

Tuvo un promedio de carreras limpias admitidas de 3.14, lanzó 20 juegos completos (el máximo de su carrera), 269.1 entradas, con 3 blanqueadas; permitió 226 hits, 104 carreras (94 de ellas limpias), 18 jonrones; otorgó 85 bases por bolas y ponchó a 242 oponente (máximo cifra de su carrera, con un promedio de 8.1 por cada 9 entradas lanzadas).

Justo en la mitad de la temporada Valenzuela se dio tiempo de hacer historia en el Juego de Estrellas. El 15 de julio, en el Astrodome de Houston ponchó a cinco bateadores en fila, para igualar el récord que Carl Hubbell (también lanzador de screwball) impusiera en 1934 ponchando, ni más ni menos que, a Babe Ruth, Lou Gehrig, Jimmie Foxx, Al Simmons y Joe Cronin, todos ellos huéspedes del Salón de la Fama.

Valenzuela entró a lanzar en la cuarta entrada sustituyendo a Kevin Bass y ponchó a Don Mattingly, Cal Ripken y Jesse Barfield. Para la quinta entrada, ponchó a Lou Whitaker y a su compatriota Teodoro Higuera para igualar la marca; posteriormente retiró a Kirby Puckett con una rola al short stop.

Esta gran temporada fue razón suficiente para contender seriamente por el Cy Young, que finalmente fue para el abridor de los Houston Astros Mike Scott, quien acumuló un récord más modesto que el del mexicano, 18 ganados y 10 perdidos, pero lo superó en efectividad (2.22), blanqueadas (5), innings lanzados (275.1) y ponches (306).

Todo esto en una temporada en la que los Dodgers tuvieron un récord de 73 ganados y 89 perdidos y quedaron lejos de la postemporada.

Nuevamente Tony Castro retrata aspectos de la vida del pitcher mexicano en esos días:

“Valenzuela realiza el corto trayecto de su casa a Dodger Stadium en completo confort. Maneja un Corvette plateado con vidrios polarizados y placas personalizadas que son de rigor para las celebridades de Los Angeles: FV34.


“Sin embargo, ha sido un largo trayecto desde su natal Etchohuaquila, Sonora, 350 millas al sur de la frontera de Arizona. Los primeros reporteros que exploraron los orígenes de Valenzuela durante la Fernandomanía en 1981 escucharon con frecuencia cuando llegaron a Ciudad Obregón que Etchohuaquila estaba ‘a unos 20 kilómetros al sur y como 50 años atrás’.

“Valenzuela y Linda Burgos son padres de do
s niños. Fernando Jr. cumplirá tres años en septiembre y Ricardo tiene 16 meses. Ambos son nacidos en Estados Unidos, es decir son ciudadanos norteamericanos. La familia vive en un condominio de tres recámaras con vista panorámica de la ciudad ubicado en una exclusiva zona del centro. Sus gustos son elegantes y muy caros. Linda, de 24 años, una ex maestra de escuela en México, es aficionada a accesorios de piel Louis Vuitton que parecen salidos de las páginas de Vogue. Valenzuela tiene una gran colección de pantalones de sastre europeo y de mocasines, además de un Rolex de oro con diamantes incrustados. El condominio tiene una niñera de tiempo completo para los niños y una máquina de Pac Man para Valenzuela, un hábil aficionado de los videojuegos.”

Problemas en 1987
La pistola de radar de Mike Brito empezaba a marcar cifras cada vez más bajas ante las rectas de Valenzuela, lo que hacía cada vez menos efectivos sus cambios de velocidad y lo obligaba a usar cada vez más su screwball, lo que no ayudaba a su control y su buena forma.
1987 fue un año gris para los Dodgers y para Valenzuela: el mexicano terminó la temporada con 14 ganados y 14 perdidos, 3.98 de efectividad (el más alto de su carrera), 34 salidas, 12 juegos completos, 1 blanqueada, 251 innings, 111 carreras limpias admitidas, 124 bases por bolas y 190 ponches.

Por su parte, los Dodgers terminaron, con 73 ganados y 89 perdidos, lejos de las posibilidades de postemporada.


Mal año, lesión, el Bulldog y un cuento de hadas: 1988
Los expertos no auguraban nada bueno para los Dodgers en 1988, a pesar de la adición del jonronero Kirk Gibson –proveniente de los Detroit Tigers, con quienes había sido campeón en 1984- el pronóstico era que no llegarían a los play offs.

Fernando fue el encargado de abrir el juego inaugural de los Dodgers en casa frente a los San Francisco Giants y en seis entradas permitió 7 hits, 5 carreras (4 de ellas limpias), regaló 4 pasaportes y ponchó a 4 enemigos. El resultado final fue una derrota 5 carreras a 1.

Así como la primera salida, el primer mes de la temporada no fue bueno para Valenzuela, que terminó abril con 5 salidas, 2 ganados 3 perdidos, 37.2 innings lanzados, ningún juego completo, 13 carreras limpias admitidas, para una inusual efectividad de 3.11, con 21 pasaportes y 17 ponches.

Mayo tampoco fue positivo: 5 salidas, 1 ganado y 2 perdidos, 33.2 innings de labor, 2 juegos completos, 16 carreras limpias (4.28 de efectividad), 19 bases por bolas y 16 ponches.

En junio consiguió dos victorias y milagrosamente no tuvo derrotas a pesar de tener dos salidas de terror contra Cincinnati: el 3 de junio, con sólo 2.1 entradas y 4 carreras limpias admitidas, y el 25 de junio con apenas dos tercios de entrada y otras 4 carreras limpias. Los Dodgers en ambas ocasiones rescataron a Fernando ganando los encuentros. En 5 salidas, lanzó apenas 26.1entradas, un juego completo. Le anotaron 14 carreras limpias (4.78 de efectividad), regaló 12 bases y sólo ponchó a 6 enemigos.

Pero nada de esta mala campaña había preparado a los Dodgers y al mismo Valenzuela para lo que vendría: en julio, el zurdo tuvo 6 salidas, no ganó un solo juego y perdió 3, tuvo 37.2 entradas de labor, le fabricaron 23 carreras (para una espantosa efectividad de 5.50), con 22 bases por bolas y apenas 21 ponches.

Por si tener el peor mes de su carrera en Grandes Ligas no fuera suficiente, luego del juego del 30 de julio contra Houston, Valenzuela fue colocado –por primera vez en su vida- en la lista de lesionados por una dolencia en el hombro izquierdo.

Valenzuela se perdería completo el mes de agosto y regresaría hasta el 26 de septiembre con una apertura de sólo 3 entradas en la que permitió una carrera y ponchó a 3 Padres de San Diego y realizaría labor de relevo el primero de octubre contra los Giants y conseguiría el salvamento.
A pesar del regreso Tom Lasorda dejó a Valenzuela fuera del roster activo para enfrentar la postemporada. Los Dodgers tenían un héroe nuevo: Orel Hershiser.

El Bulldog había ganado 23 partidos en la temporada regular y había roto el récord de más innings consecutivos sin permitir carrera limpia, con 59 entradas (la marca anterior era de otro Dodger, Don Drysdale). Además, Hershiser consiguió el Cy Young y fue el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y de la Serie Mundial.

Los Dodgers se coronarían campeones del beisbol al vencer en 5 juegos a los imponentes Oakland Athletics en un año en el que Hershiser reescribió los libros de récords y Kirk Gibson escribió un cuento de hadas. Valenzuela lo vio todo desde el dugout.

Crisis: 1989
La temporada de 1989 es perfectamente retratada en el libro The Dodgers, 120 years of Dodger History, de Glenn Stout:

“En el receso de la temporada antes de 1989, Steve Sax se convirtió en agente libre y los Dodgers lo dejaron ir. En contraparte, firmaron al veterano ex Yankee Willie Randolph. Todavía era un buen jugador, pero los Dodgers extrañarían la chispa de Sax.

“El éxito de Gibson convenció al equipo de volver a gastar en grande y esta vez escogieron al primera base de los Baltimore Orioles Eddie Murray. En el papel los Dodgers lucían como un equipo reforzado: Valenzuela estaba de regreso, Gibson y Murray junto a Mike Marshall se veían formidables, y con Gibson y Hershiser tenían un montón de poder, fuego y hielo.


“Pero la verdad era que muchos de los jugadores que tuvieron un excelente 1988 habían logrado algo que nunca más volverían a conseguir. En 1989 la lesión de pantorrilla de Gibson requirió cirugía y Murray batalló para ajustarse a la Liga Nacional y al Dodger Stadium. John Tudor se lesionó y se perdió la mayor parte del año, Valenzuela estaba disminuido.


“Hershiser tuvo récord de 15-15 y dijo: ‘Realmente siento que he pichado tan bien como el año pasado’. Estaba en lo correcto, pero ya no era 1988. Los Dodgers abrieron la temporada con récord de 3 ganados y 7 perdidos y nunca estuvieron en la pelea. Al final terminaron mirando hacia arriba en el cuarto lugar de la división, con 77 ganados y 83 perdidos.”


Libre de lesiones, Valenzuela terminó el año con 10 ganados y 13 perdidos, 3.42 de efectividad, 196.2 innings lanzados en 31 salidas, 3 juegos completos. 99 bases por bolas y 116 ponches. Una temporada modesta en medio de la crisis del equipo.

El acto final, 1990.
Nuevamente, el libro The Dodgers, 120 years of Dodger History, de Glenn Stout nos da un panorama de 1990.

“Antes de la temporada de 1990, los Dodgers contrataron a Juan Samuel, al jardinero agente libre Hubie Brooks y Kal Daniels. Cobijando a Gibson y Murray y apoyando al staff de pitcheo, el line up de los Dodgers parecía capaz de llevar al equipo a otro banderín de la liga nacional y probablemente a otro campeonato mundial. En apenas un par de años el line up cambió casi en su totalidad y no tenía ningún producto de sus granjas. Eran un equipo completamente diferente.

“En apenas unas pocas salidas, Orel Hershiser tuvo una lesión en el hombro que terminó con su temporada y requirió cirugía. El relevista Jay Howell también quedó fuera con una lesión de rodilla, lo mismo pasó con Tim Belcher, Don Aase y Jim Gott. El equipo ocupó más de 20 lanzadores en esa temporada, la cantidad más alta desde que se mudaron a Los Angeles.


“Pero la temporada tuvo algunos buenos momentos, falsas indicaciones de grandeza: El 4 de junio, Ramón Martínez ponchó a 18 Atlanta Braves (la mayor cantidad para un Dodger desde que Sandy Koufax hiciera abanicar al mismo número de contrarios en 1962) mientras los blanqueaba 6 carreras a 0.
“Pero en la temporada que estaban teniendo los Dodgers, incluso las espectaculares actuaciones individuales no significaron demasiado.

“Otro ejemplo de ello fue el trabajo de Fernando Valenzuela el 29 de junio. Desde su lesión de hombro en 1988, Valenzuela había batallado. Perdió algunas millas claves en su recta y ya no era capaz de pasar a los bateadores con la consistencia de antes”.

Valenzuela llegó al 29 de junio con récord de 5 ganados 6 perdidos en 15 salidas, 94.2 innings lanzados, 97 hits, 43carreras limpias para una efectividad de 4.09, 37 bases por bolas y 58 ponches.

A las 7:07 de la noche casi todos los Dodgers estaban sentados alrededor de la televisión del clubhouse de Dodger Stadium viendo como Dave Stewart completaba su juego sin hit ni carrera contra los Toronto Blue Jays, en Toronto.

El primero de levantarse luego del último out fue Fernando Valenzuela (que abriría el juego contra los Cardenales de San Luis menos de 30 minutos después) y al hacerlo le dijo a sus compañeros: “Acaban de ve un juego sin hit ni carrera en la tele, ahora van a ver uno en vivo”. Tiempo después el propio Valenzuela declararía que “sólo fue una broma”.

Valenzuela retiró la primera entrada con rola de Vince Coleman a las paradas cortas, ponchó a Willie McGee, Pedro Guerrero se embasó por error de Kirk Gibson en el jardín izquierdo y Todd Zeile cerró la entrada con elevado al jardín central.

En el segundo capítulo, Terry Pendleton y José Oquendo elevaron al jardín central y Rex Hudler elevó al short stop. Para la tercera Ozzie Smith elevó al central y José De León y Coleman abanicaron el tercer strike.

McGee y Guerrero elevaron al jardín izquierdo y Zeile fue retirado con rola al short stop para terminar la cuarta entrada. Pendleton y Oquendo fueron retirados con rolas a la tercera base y Hudler se ponchó para culminar la quinta. En la sexta, Smith fue retirado con una línea al jardín izquierdo, De León con rola al pitcher y Coleman con ponche tirándole.

La séptima entrada fue la más complicada: McGee se fue con rola al short, y luego de que Guerrero y Zeile recibieran pasaportes y Pendleton elevó a izquierdo y Oquendo cerró el inning con una rola a la tercera.

Para la octava, Hudler es retirado con rola al short, Smith se poncha tirándole y el emergente Craig Wilson elevó al central.

En la novena, Coleman se ponchó sin tirarle, McGee recibió base por bolas y Pedro Guerrero terminó el juego con un dramático batazo de botes altos que se le escapó del guante a Valenzuela pero terminó yendo justo a la colocación del segunda base Juan Samuel que pisó la intermedia y dobló hacia primera para completar el doble play y el juego sin hit ni carrera.

Esta histórica actuación parecía el renacer de la Fernandomanía, 10 años después, pero como sentencia Glenn Stout: “Después de eso, repentinamente volvió a tener problemas”.

Valenzuela terminó la temporada de 1990 con récord de 13 ganados y 13 perdidos. 4.59 de efectividad en 204 innings y 33 salidas, tuvo 5 juegos completos, regaló 77 bases por bolas y ponchó a 115 oponentes.

La última salida de Valenzuela en Dodger Stadium fue el 19 de septiembre contra los San Diego Padres, se fue sin decisión en la derrota de los Dodgers 9 carreras a 4, apenas lanzó 4 entradas y 2 tercios; su última salida del año, nadie sabía entonces lo significativa que sería, fue en San Francisco, el 30 de septiembre, en 4 entradas permitió 7 carreras limpias y cargó con la derrota.