martes, 13 de octubre de 2009

Fernandomanía IV

Juan Carlos Plata

No habría mejor manera de empezar a contar los días de Valenzuela después de la temporada de 1981 que con la crónica de Steve Wulf, Keeping close watch on Fernando, publicada en Sports Illustrated el 5 de abril de 1982.

“En una pequeña recepción llevada a cabo en la Casa Blanca en honor del presidente de Italia, algunos de los más cercanos amigos de Tom LaSorda le preguntaron acerca de la salud de uno de sus pitchers. Frank Sinatra preguntó, George Bush preguntó. Incluso el presidente Reagan preguntó por Fernando.

“Fernando Valenzuela está bien, gracias. A las 10 de la mañana con 14 minutos y 12 segundos del 24 de marzo, Valenzuela hizo su primera aparición de 1982 con los Dodgers. Emergió del clubhouse hacia el brillante sol de Vero Beach, Florida y prácticamente tuvo que nadar a través de un grupo de periodistas, camarógrafos y fernandomaniacos. Al rescate llegó Billy DeLury, secretario de viajes de los Dodgers, manejando un carro de golf. Valenzuela se trepó en el asiento del copiloto y el manager LaSorda en el de de atrás.

“Valenzuela había llegado a Dodgertown la noche anterior terminando así su espera de casi un mes. Después de conversar con su agente, Tony Demarco y su abogado, Dick Moss, Valenzuela decidió unirse a sus compañeros sin aceptar la última oferta de los Dodgers, 350 mil dólares por la temporada más 100 mil dólares en incentivos. Por estas fechas del año pasado, Valenzuela era un novato con un salario de 42 mil 500 dólares. Pero eso fue hace 13 victorias, 11 salidas en Dodger Stadium con boletos agotados y un premio Cy Young. Hoy, hasta el presidente de Estados Unidos quiere saber cómo está Fernando.

Valenzuela desembarcó del carro de golf y se unió a los movimientos de calistenia de sus compañeros en el jardín derecho del Holman Stadium. Nunca unos ejercicios de estiramiento habían sido tan intensamente observados por tanta gente. A las 10:30 se secó la frente por primera vez. Una vez terminados los ejercicios los Dodgers empezaron a correr, primero hacia adelante y después hacia atrás, recreando simbólicamente el proceso de negociación de Valenzuela. Trotaron alrededor del campo, Fernando terminó en lugar 28 de 33.”

Valenzuela pretendía un contrato de un millón de dólares luego de su monstruosa temporada de 1981, pero al final los Dodgers le renovaron unilateralmente el contrato con los números que mencionó Steve Wulf: 350 mil dólares de salario base y 100 mil más de incentivos.

De esta negociación salieron dos de las más famosas frases de Tom LaSorda con respecto de Fernando: en una rueda de prensa, los reporteros le preguntaron al manager si sabía cuáles eran las pretensiones económicas del lanzador y dijo: “Quiere que le regresemos Texas”. En otro encuentro con la prensa (cuando ya era conocido que Valenzuela pedía un millón de dólares), LaSorda dijo: “Todo el año traté de enseñarle a hablar inglés y lo único que aprendió fue: one million”.

El 29 de diciembre de 1981 Valenzuela regresó a Mérida a cumplir una promesa: casarse con Linda Burgos, una maestra de escuela con la que había iniciado una relación en 1979, cuando llegó a esa ciudad a jugar a préstamo con los Leones.

Señor Reagan: Fernando se encuentra bien y ahora está casado.

Para la temporada de 1982 los Dodgers volvieron a estar en la pelea por al banderín de la División Oeste de la Liga Nacional pero al final los Atlanta Braves se quedaron con el boleto a postemporada por sólo un juego de diferencia. Los angelinos terminaron con récord de 88 ganados y 73 perdidos.

En lo individual, Valenzuela siguió tejiendo su leyenda con números de pitcher consolidado: 37 aperturas, 19 ganados, 13 perdidos, 2.87 de efectividad, 18 juegos completos, 4 blanqueadas, 285 innings pichados, 83 bases por bolas, 199 ponches. Estos números lo llevaron nuevamente al Juego de Estrellas, lo dejaron tercero en la votación del premio Cy Young y 21 en la de Jugador Más Valioso.

Fue líder del equipo en juegos iniciados, innings lanzados, ganados, promedio de carreras limpias admitidas, juegos completos, blanqueadas y ponches. Además fue segundo en ganados, tercero en innings lanzados y en juegos completos, quinto en efectividad, ponches y blanqueadas y sexto en juegos iniciados de todo el beisbol.

Por si todo esto fuera poco, la Fernandomanía seguía teniendo en las taquillas su reflejo más fiel: ese año, el equipo fue líder de la Liga con 3 millones 608 mil 881 boletos vendidos para entrar a Dodger Stadium.

Los números y el fenómeno social que los acompañaban pavimentaron el camino para que, a través de un proceso de arbitraje, MLB ordenara a los Dodgers cubrir las aspiraciones económicas del mexicano. Para la temporada de 1983, Fernando Valenzuela se convirtió en el primer deportista profesional de la historia de Estados Unidos en ganar un millón de dólares de salario.

Million dollar man y play offs 83 y 85

Con récord de 91 ganados y 71 perdidos, los Dodgers volvieron a la postemporada en 1983 pero fueron derrotados 3 juegos a 1 por los Philadelphia Phillies en la Serie de Campeonato. Valenzuela ganó el juego 2 de la serie, lanzando 8 entradas y permitiendo sólo una carrera.

Los números del mexicano en la temporada regular fueron los siguientes: 15 ganados, 10 perdidos, por primera vez su efectividad en una temporada fue de más de 3.0 (finalizó con 3.75), inició 35 partidos, completó 9 y en 4 ocasiones no permitió carrera alguna, tuvo un total de 257 innings lanzados, 99 bases por bolas y 189 ponches.

1984 fue la primera temporada perdedora para los Dodgers en la era Valenzuela (79 ganados, 83 perdidos, para finalizar cuartos en la División), en buena parte debido a que en lo individual, Fernando ganó 12 y perdió 17 juegos. El mexicano no tuvo un mal desempeño (cosechó un aceptable promedio de carreras limpias de 3.03 y tuvo la que hasta esa fecha era su mayor cantidad de ponches, con 240), pero el apoyo de la ofensiva fue escaso, apenas 3.02 carreras por partido, y en 20 de sus 34 salidas, el equipos anotó 3 carreras o menos.

Para 1985 Valenzuela por primera vez tuvo apoyo de otro brazo dominante en la rotación de los Dodgers, el joven de tercer año Orel Hershiser y juntos llevaron a la novena angelina de vuelta a la postemporada (Valenzuela 17 ganados, 10 perdidos; Hershiser 19 ganados, 3 perdidos), además del aporte de Jerry Reuss y Bob Welch, con 14 ganados por cabeza.

Los Dodgers terminaron esa temporada con récord de 95 ganados y 67 perdidos y con el primer lugar de división.

En el artículo Something screwy going on here, firmado por Tony Castro y publicado en Sports Illustrated el 8 de julio de 1985, se detallan dos cosas que bien podrían ser constantes en la carrera ligamayorista de Valenzuela: su voluntad de ayudar al equipo en cualquier manera posible y el poco apoyo ofensivo que recibía y que para entonces ya era cosa regular y motivo de comentarios en toda la liga.

“Valenzuela y su compañero zurdo Steve Howe fungieron como bat boys de los Dodgers por dos innings, estuvieron sentados en las sillas designadas para ese fin afuera del dugout y fueron una y otra vez al home plate a recoger bates.

“La explicación de Valenzuela horas después: ‘Quiero hacer cualquier contribución que pueda para ayudar al equipo’.


“El honesto sentido del humor de Valenzuela es una de las pocas maneras en las que los Dodgers pueden sonreír a pesar de la frustrante temporada que tienen a la fecha. Ha sido particularmente decepcionante para el joven de 24 años, Cy Young y Novato del Año de 1981, para quien la transición de fenómeno a estrella consolidada ha sido puesta constantemente a prueba por una larga cadena de mala suerte.

“Es el as de la rotación, probablemente el mejor lanzador zurdo de todo el beisbol, pero difícilmente se puede decir eso si se ve su récord. Estuvo muy por debajo de .500 el año pasado (12 ganados y 17 perdidos) y ha estado batallado mucho para alcanzar el .500 esta temporada. Desafortunadamente, cuando Valenzuela sube al montículo, los bateadores de los Dodgers frecuentemente se toman el día libre. El bromista Valenzuela ha podido mantener el ambiente ligero. Cuando la cosa llegó a su peor punto, se le preguntó a Valenzuela si recordaba la última vez que sus compañeros habían anotado seis carreras de respaldo para él: ‘Me dieron cinco en San Diego y una en San Francisco. Eso suma seis carreras’”.


Por si hicieran falta los detalles, Castro prosigue:

“Valenzuela fue el pitcher del mes de abril en la Liga Nacional. Abrió la temporada con una seguidilla de 41 innings y un tercio sin permitir carrera limpia, rompiendo el récord impuesto por Hooks Wiltse hace 73años, y tuvo una efectividad de 0.21 en ese mes. Sombras de abril de 1981, cuando el novato Valenzuela ganó sus cinco primeras salidas (cuatro por blanqueada) y tuvo una efectividad de 0.20. Pero el deja vú se detiene aquí. El récord de Valenzuela en este abril fue de 2 ganados y 3 perdidos, lo que lo convirtió en el primer pitcher en ser nombrado lanzador del mes con récord perdedor. Los Dodgers anotaron sólo ocho carreras en sus cinco aperturas, cinco de ellas en un mismo encuentro. La misma historia del año pasado cuando el equipo anotó dos carreras o menos en 18 de sus 34 aperturas. Y la cosa sigue.

Su record este año es de 7 ganados y 8 perdidos a pesar de que el propio Valenzuela siente que está lanzando su legendario screwball tan bien como en su año de novato. ‘Si soy un mejor pitcher del que era en 1981, y creo que lo soy, es por mi control’, dijo.

“Algunas de sus derrotas este año han sido particularmente duras de enfrentar, Valenzuela lanzó un juego de dos hits pero perdió 1 carrera a cero cuando el jardinero de los San Diego Padres Tony Gwynn pegó un jonrón en la novena entrada. Al caminar hacia el dugout, Valenzuela primero agradeció la ovación que el público le regalaba con un saludo con su guante. Dos pasos después, justo en el borde del dugout, aventó su guante y su gorra en la banca”.


Ante este complicado panorama, Valenzuela (justo como lo hizo años atrás cuando su dominio era total y el beisbol entero estaba a sus pies) mantuvo la serenidad. Tony Castro de nuevo:

“‘Yo sé quien soy,’ dice Valenzuela. ‘Pero algunas veces me pregunto si el Fernando Valenzuela que la gente cree que conoce es el mismo Fernando Valenzuela que yo conozco. Supongo que hay gente que espera que tenga arranques de ira o que diga cosas (del tipo de cosas que dices cuando estás frustrado y de las cuales después te arrepientes) pero yo no soy así. No disfruto cuando perdemos, y quiero ganar cada vez que lanzo. Pero no estoy tan consumido por la idea de ganar que crea que es una cuestión de vida o muerte’”.

Al final de la temporada, Valenzuela se las arregló para tener un récord de 17 ganados y 10 perdidos (el equipo terminó anotando cuatro carreras o más en 19 de sus 35 aperturas), un excelente promedio de carreras limpias admitidas de 2.45, 14 juegos completos, 5 blanqueadas, 101 bases por bolas y 208 ponches. Y terminó quinto en la votación por el premio Cy Young y número 23 en la del Jugador Más Valioso.

En playoffs los Dodgers se encontraron con los St. Louis Cardinals: Fernando se hizo cargo de la loma en el primer juego y una vez más confirmó su calidad de as. En 6 entradas y un tercio permitió sólo una carrera limpia, siete hits, 2 bases por bolas, ponchó a 6 enemigos y se apuntó la victoria, 4 carreras a 1, venciendo al también legendario John Tudor.

Orel Hershiser derrotó a Joaquín Andujar en el juego 2 y los Dodgers parecían enfilarse a otra Serie Mundial, pero los Cardinals tenían otros planes.

Bob Welch fue derrotado, ya en Busch Stadium, y la serie estaba 2-1. En el cuarto juego la ofensiva de los pájaros rojos tundió a Jerry Reuss, Rick Honeycutt, Bobby Castillo y Carlos Díaz con 12 carreras para empatar la serie.

En el juego 5, Valenzuela tiró 8 entradas permitiendo sólo 4 hits pero regalando 8 bases por bolas, le hicieron dos carreras limpias y dejó el juego empatado. Tom Niedenfuer lo relevó en la novena y luego de sacar a Willie McGee con un elevado a tercera base, Ozzie Smith le conectó un jonrón que terminó el encuentro y los Cardinales le dieron la vuelta a la serie. Valenzuela se fue sin decisión.

De vuelta a Dodger Stadium nuevamente Tom Niedenfuer sucumbió ante la ofensiva roja y permitió tres carreras en la novena entrada (tirando a la basura seis excelentes entradas lanzadas por Orel Hershiser) y los Cardinals avanzaron a la Serie Mundial.