martes, 13 de octubre de 2009

Fernandomanía IV

Juan Carlos Plata

No habría mejor manera de empezar a contar los días de Valenzuela después de la temporada de 1981 que con la crónica de Steve Wulf, Keeping close watch on Fernando, publicada en Sports Illustrated el 5 de abril de 1982.

“En una pequeña recepción llevada a cabo en la Casa Blanca en honor del presidente de Italia, algunos de los más cercanos amigos de Tom LaSorda le preguntaron acerca de la salud de uno de sus pitchers. Frank Sinatra preguntó, George Bush preguntó. Incluso el presidente Reagan preguntó por Fernando.

“Fernando Valenzuela está bien, gracias. A las 10 de la mañana con 14 minutos y 12 segundos del 24 de marzo, Valenzuela hizo su primera aparición de 1982 con los Dodgers. Emergió del clubhouse hacia el brillante sol de Vero Beach, Florida y prácticamente tuvo que nadar a través de un grupo de periodistas, camarógrafos y fernandomaniacos. Al rescate llegó Billy DeLury, secretario de viajes de los Dodgers, manejando un carro de golf. Valenzuela se trepó en el asiento del copiloto y el manager LaSorda en el de de atrás.

“Valenzuela había llegado a Dodgertown la noche anterior terminando así su espera de casi un mes. Después de conversar con su agente, Tony Demarco y su abogado, Dick Moss, Valenzuela decidió unirse a sus compañeros sin aceptar la última oferta de los Dodgers, 350 mil dólares por la temporada más 100 mil dólares en incentivos. Por estas fechas del año pasado, Valenzuela era un novato con un salario de 42 mil 500 dólares. Pero eso fue hace 13 victorias, 11 salidas en Dodger Stadium con boletos agotados y un premio Cy Young. Hoy, hasta el presidente de Estados Unidos quiere saber cómo está Fernando.

Valenzuela desembarcó del carro de golf y se unió a los movimientos de calistenia de sus compañeros en el jardín derecho del Holman Stadium. Nunca unos ejercicios de estiramiento habían sido tan intensamente observados por tanta gente. A las 10:30 se secó la frente por primera vez. Una vez terminados los ejercicios los Dodgers empezaron a correr, primero hacia adelante y después hacia atrás, recreando simbólicamente el proceso de negociación de Valenzuela. Trotaron alrededor del campo, Fernando terminó en lugar 28 de 33.”

Valenzuela pretendía un contrato de un millón de dólares luego de su monstruosa temporada de 1981, pero al final los Dodgers le renovaron unilateralmente el contrato con los números que mencionó Steve Wulf: 350 mil dólares de salario base y 100 mil más de incentivos.

De esta negociación salieron dos de las más famosas frases de Tom LaSorda con respecto de Fernando: en una rueda de prensa, los reporteros le preguntaron al manager si sabía cuáles eran las pretensiones económicas del lanzador y dijo: “Quiere que le regresemos Texas”. En otro encuentro con la prensa (cuando ya era conocido que Valenzuela pedía un millón de dólares), LaSorda dijo: “Todo el año traté de enseñarle a hablar inglés y lo único que aprendió fue: one million”.

El 29 de diciembre de 1981 Valenzuela regresó a Mérida a cumplir una promesa: casarse con Linda Burgos, una maestra de escuela con la que había iniciado una relación en 1979, cuando llegó a esa ciudad a jugar a préstamo con los Leones.

Señor Reagan: Fernando se encuentra bien y ahora está casado.

Para la temporada de 1982 los Dodgers volvieron a estar en la pelea por al banderín de la División Oeste de la Liga Nacional pero al final los Atlanta Braves se quedaron con el boleto a postemporada por sólo un juego de diferencia. Los angelinos terminaron con récord de 88 ganados y 73 perdidos.

En lo individual, Valenzuela siguió tejiendo su leyenda con números de pitcher consolidado: 37 aperturas, 19 ganados, 13 perdidos, 2.87 de efectividad, 18 juegos completos, 4 blanqueadas, 285 innings pichados, 83 bases por bolas, 199 ponches. Estos números lo llevaron nuevamente al Juego de Estrellas, lo dejaron tercero en la votación del premio Cy Young y 21 en la de Jugador Más Valioso.

Fue líder del equipo en juegos iniciados, innings lanzados, ganados, promedio de carreras limpias admitidas, juegos completos, blanqueadas y ponches. Además fue segundo en ganados, tercero en innings lanzados y en juegos completos, quinto en efectividad, ponches y blanqueadas y sexto en juegos iniciados de todo el beisbol.

Por si todo esto fuera poco, la Fernandomanía seguía teniendo en las taquillas su reflejo más fiel: ese año, el equipo fue líder de la Liga con 3 millones 608 mil 881 boletos vendidos para entrar a Dodger Stadium.

Los números y el fenómeno social que los acompañaban pavimentaron el camino para que, a través de un proceso de arbitraje, MLB ordenara a los Dodgers cubrir las aspiraciones económicas del mexicano. Para la temporada de 1983, Fernando Valenzuela se convirtió en el primer deportista profesional de la historia de Estados Unidos en ganar un millón de dólares de salario.

Million dollar man y play offs 83 y 85

Con récord de 91 ganados y 71 perdidos, los Dodgers volvieron a la postemporada en 1983 pero fueron derrotados 3 juegos a 1 por los Philadelphia Phillies en la Serie de Campeonato. Valenzuela ganó el juego 2 de la serie, lanzando 8 entradas y permitiendo sólo una carrera.

Los números del mexicano en la temporada regular fueron los siguientes: 15 ganados, 10 perdidos, por primera vez su efectividad en una temporada fue de más de 3.0 (finalizó con 3.75), inició 35 partidos, completó 9 y en 4 ocasiones no permitió carrera alguna, tuvo un total de 257 innings lanzados, 99 bases por bolas y 189 ponches.

1984 fue la primera temporada perdedora para los Dodgers en la era Valenzuela (79 ganados, 83 perdidos, para finalizar cuartos en la División), en buena parte debido a que en lo individual, Fernando ganó 12 y perdió 17 juegos. El mexicano no tuvo un mal desempeño (cosechó un aceptable promedio de carreras limpias de 3.03 y tuvo la que hasta esa fecha era su mayor cantidad de ponches, con 240), pero el apoyo de la ofensiva fue escaso, apenas 3.02 carreras por partido, y en 20 de sus 34 salidas, el equipos anotó 3 carreras o menos.

Para 1985 Valenzuela por primera vez tuvo apoyo de otro brazo dominante en la rotación de los Dodgers, el joven de tercer año Orel Hershiser y juntos llevaron a la novena angelina de vuelta a la postemporada (Valenzuela 17 ganados, 10 perdidos; Hershiser 19 ganados, 3 perdidos), además del aporte de Jerry Reuss y Bob Welch, con 14 ganados por cabeza.

Los Dodgers terminaron esa temporada con récord de 95 ganados y 67 perdidos y con el primer lugar de división.

En el artículo Something screwy going on here, firmado por Tony Castro y publicado en Sports Illustrated el 8 de julio de 1985, se detallan dos cosas que bien podrían ser constantes en la carrera ligamayorista de Valenzuela: su voluntad de ayudar al equipo en cualquier manera posible y el poco apoyo ofensivo que recibía y que para entonces ya era cosa regular y motivo de comentarios en toda la liga.

“Valenzuela y su compañero zurdo Steve Howe fungieron como bat boys de los Dodgers por dos innings, estuvieron sentados en las sillas designadas para ese fin afuera del dugout y fueron una y otra vez al home plate a recoger bates.

“La explicación de Valenzuela horas después: ‘Quiero hacer cualquier contribución que pueda para ayudar al equipo’.


“El honesto sentido del humor de Valenzuela es una de las pocas maneras en las que los Dodgers pueden sonreír a pesar de la frustrante temporada que tienen a la fecha. Ha sido particularmente decepcionante para el joven de 24 años, Cy Young y Novato del Año de 1981, para quien la transición de fenómeno a estrella consolidada ha sido puesta constantemente a prueba por una larga cadena de mala suerte.

“Es el as de la rotación, probablemente el mejor lanzador zurdo de todo el beisbol, pero difícilmente se puede decir eso si se ve su récord. Estuvo muy por debajo de .500 el año pasado (12 ganados y 17 perdidos) y ha estado batallado mucho para alcanzar el .500 esta temporada. Desafortunadamente, cuando Valenzuela sube al montículo, los bateadores de los Dodgers frecuentemente se toman el día libre. El bromista Valenzuela ha podido mantener el ambiente ligero. Cuando la cosa llegó a su peor punto, se le preguntó a Valenzuela si recordaba la última vez que sus compañeros habían anotado seis carreras de respaldo para él: ‘Me dieron cinco en San Diego y una en San Francisco. Eso suma seis carreras’”.


Por si hicieran falta los detalles, Castro prosigue:

“Valenzuela fue el pitcher del mes de abril en la Liga Nacional. Abrió la temporada con una seguidilla de 41 innings y un tercio sin permitir carrera limpia, rompiendo el récord impuesto por Hooks Wiltse hace 73años, y tuvo una efectividad de 0.21 en ese mes. Sombras de abril de 1981, cuando el novato Valenzuela ganó sus cinco primeras salidas (cuatro por blanqueada) y tuvo una efectividad de 0.20. Pero el deja vú se detiene aquí. El récord de Valenzuela en este abril fue de 2 ganados y 3 perdidos, lo que lo convirtió en el primer pitcher en ser nombrado lanzador del mes con récord perdedor. Los Dodgers anotaron sólo ocho carreras en sus cinco aperturas, cinco de ellas en un mismo encuentro. La misma historia del año pasado cuando el equipo anotó dos carreras o menos en 18 de sus 34 aperturas. Y la cosa sigue.

Su record este año es de 7 ganados y 8 perdidos a pesar de que el propio Valenzuela siente que está lanzando su legendario screwball tan bien como en su año de novato. ‘Si soy un mejor pitcher del que era en 1981, y creo que lo soy, es por mi control’, dijo.

“Algunas de sus derrotas este año han sido particularmente duras de enfrentar, Valenzuela lanzó un juego de dos hits pero perdió 1 carrera a cero cuando el jardinero de los San Diego Padres Tony Gwynn pegó un jonrón en la novena entrada. Al caminar hacia el dugout, Valenzuela primero agradeció la ovación que el público le regalaba con un saludo con su guante. Dos pasos después, justo en el borde del dugout, aventó su guante y su gorra en la banca”.


Ante este complicado panorama, Valenzuela (justo como lo hizo años atrás cuando su dominio era total y el beisbol entero estaba a sus pies) mantuvo la serenidad. Tony Castro de nuevo:

“‘Yo sé quien soy,’ dice Valenzuela. ‘Pero algunas veces me pregunto si el Fernando Valenzuela que la gente cree que conoce es el mismo Fernando Valenzuela que yo conozco. Supongo que hay gente que espera que tenga arranques de ira o que diga cosas (del tipo de cosas que dices cuando estás frustrado y de las cuales después te arrepientes) pero yo no soy así. No disfruto cuando perdemos, y quiero ganar cada vez que lanzo. Pero no estoy tan consumido por la idea de ganar que crea que es una cuestión de vida o muerte’”.

Al final de la temporada, Valenzuela se las arregló para tener un récord de 17 ganados y 10 perdidos (el equipo terminó anotando cuatro carreras o más en 19 de sus 35 aperturas), un excelente promedio de carreras limpias admitidas de 2.45, 14 juegos completos, 5 blanqueadas, 101 bases por bolas y 208 ponches. Y terminó quinto en la votación por el premio Cy Young y número 23 en la del Jugador Más Valioso.

En playoffs los Dodgers se encontraron con los St. Louis Cardinals: Fernando se hizo cargo de la loma en el primer juego y una vez más confirmó su calidad de as. En 6 entradas y un tercio permitió sólo una carrera limpia, siete hits, 2 bases por bolas, ponchó a 6 enemigos y se apuntó la victoria, 4 carreras a 1, venciendo al también legendario John Tudor.

Orel Hershiser derrotó a Joaquín Andujar en el juego 2 y los Dodgers parecían enfilarse a otra Serie Mundial, pero los Cardinals tenían otros planes.

Bob Welch fue derrotado, ya en Busch Stadium, y la serie estaba 2-1. En el cuarto juego la ofensiva de los pájaros rojos tundió a Jerry Reuss, Rick Honeycutt, Bobby Castillo y Carlos Díaz con 12 carreras para empatar la serie.

En el juego 5, Valenzuela tiró 8 entradas permitiendo sólo 4 hits pero regalando 8 bases por bolas, le hicieron dos carreras limpias y dejó el juego empatado. Tom Niedenfuer lo relevó en la novena y luego de sacar a Willie McGee con un elevado a tercera base, Ozzie Smith le conectó un jonrón que terminó el encuentro y los Cardinales le dieron la vuelta a la serie. Valenzuela se fue sin decisión.

De vuelta a Dodger Stadium nuevamente Tom Niedenfuer sucumbió ante la ofensiva roja y permitió tres carreras en la novena entrada (tirando a la basura seis excelentes entradas lanzadas por Orel Hershiser) y los Cardinals avanzaron a la Serie Mundial.

martes, 22 de septiembre de 2009

Fernandomanía III



Juan Carlos Plata



La veneración de la que era objeto Valenzuela, no sólo en Los Angeles sino en todo Estados Unidos, era total, pero la cosa no fue completamente dulce, como lo explica nuevamente Jim Kaplan en su artículo Epidemic of Fernando Fever.

“A causa de que Valenzuela hablaba a través de un intérprete y no revelaba mucho de si mismo, algunos reporteros lo describían en una sola dimensión. Algunos hacían creer a sus lectores que su vocabulario en inglés se limitaba a: sí, no, televisión, comida y cerveza. ‘Se pasea pomposamente por el montículo como un general mexicano’, escribió un reportero. Otros ejemplos: ‘El apodo de Valenzuela debería ser Pancho’ o ‘Tal vez sufre una sobredosis de burritos y cerveza’. Tal vez el ejemplo más claro de este tipo de cobertura mediática fue la caricatura del Herald Examiner que mostraba a Valenzuela vestido como torero lidiando a un toro con la leyenda ‘Bateadores de la Liga Nacional’. Periodistas mexicoamericanos e hispanoparlantes se quejaron de ese tratamiento al pitcher mexicano, argumentando que se basaba en estereotipos y no en información.

“‘Fernando es muy agradecido con los medios de comunicación, incluso cuando le hacen burla. Él sabe que pueden llegar a ser fríos e hirientes pero que también pueden ser lo opuesto. También lo han tratado con mucho cariño. Fernando es muy tímido, pero quiere aprender a hablar inglés; ha estado escuchando casettes y su pronunciación es muy buena’ dice Antonio De Marco, agente de Valenzuela.

“A pesar de que habla y entiende cada vez más el inglés, Valenzuela insiste en usar un intérprete porque no quiere ser malinterpretado”.


Luego de su primera derrota en Grandes Ligas, en su salida número 10 de la temporada –contra los Cinncinati Reds- se fue sin decisión luego de tirar 8 entradas completas, permitir 5 carreras (4 limpias) y dejar el juego empatado (los Dodgers ganarían el juego 9 a 6 en 10 entradas).

Volvió a perder en su salida 11, frente a los Atlanta Braves y su efectividad empezó a tomar niveles humanos, sin dejar de ser muy buena: 1.89. Consiguió su victoria 9 en casa también frente a los Braves, perdió en casa de los Chicago Cubs el 6 de junio (en la que fue su peor salida de la temporada: apenas 3 entradas y un tercio de labor, 6 hits, 2 jonrones, 7 carreras limpias, 3 bases por bolas y 4 ponches, lo que disparó su efectividad a un normal 2.45 y dejó su récord en 9 ganados y 3 perdidos.

El 11 de junio en el Busch Stadium de San Luis, Valenzuela volvió a caer, esta vez 2 carreras a 1, con una actuación más que aceptable: 7 entradas, apenas 3 hits, 2 carreras limpias, 3 bases por bolas y 9 ponches.

Es difícil determinar si lo que sucedió a continuación afectó o le dio un benéfico respiro al ya entonces mundialmente conocido “Toro de Etchohuaquila”: el 12 de junio la Unión de Jugadores de Grandes Ligas se puso en huelga por primera vez en la historia con la temporada en desarrollo. Fernando por primera vez se enfrentaba a un enemigo al que no podía dominar con su screwball o su wind up con mirada al cielo incluida.

Las razones de la huelga
Los dueños de los equipos de Grandes Ligas, a quienes la Unión de Jugadores les había prácticamente arrancado la nueva norma de agentes libres, pelearon en tribunales por obtener una compensación –un jugador con experiencia de Grandes Ligas en lugar del prospecto de Ligas Menores que la regla establecida en 1976 mandaba- por perder a un jugador mediante la agencia libre. La Unión rechazaba la propuesta por considerar que dicha compensación devaluaría el concepto de agencia libre.

A pesar de que fue una huelga organizada por los jugadores, la opinión pública culpó a los dueños. La portada Sports Illustrated del 22 de junio de 1981 muestra en primer plano un guante de beisbol con una pelota y al fondo se ven las tribunas vacías del Yankee Stadium y titula en letras capitales: Huelga (el término del inglés para huelga es strike, por lo que la portada resulta un juego bastante beisbolero de palabras. Nota del metiche). El abandono que los dueños provocaron.

Ya en interiores, el artículo No games today de Jim Kaplan describe el conflicto de esta manera:

“Esta es una lucha en la que los trabajadores buscan preservar el status quo y evitar la huelga, mientras que los jefes buscan un cambio radical y ordenan un abandono del lugar de trabajo. Los dueños y los jugadores nunca se encontraron cara a cara, sólo lo hicieron sus representantes. Las negociaciones se volvieron no-negociaciones. El comisionado del beisbol le dijo al mundo que sus palabras no tienen significado y que su autoridad es una broma. El juez Henry Werker estaba en lo correcto cuando usó las palabras Play Ball al dictaminar en contra de la petición de aplazamiento de huelga hecha por la Oficina Nacional de Relaciones Laborales. En juego se convirtió en fuera de juego y viceversa (aquí otro juego de palabras: en juego, en inglés y términos beisboleros es fair, que en cualquier otro contexto –incluido el legal- significa justo o relativo a la justicia, y fuera de juego es foul, usado en otros contexto para falla o fallar. Nota del metiche.)

El 31 de julio de 1981 se llegó a un acuerdo, al final los jugadores aceptaron reservar la agencia libre para los jugadores con 6 años o más de servicio en Grandes Ligas y que los dueños recibieran la compensación de elegir entre una lista de jugadores dejados sin protección por el club que firmara al agente libre.

Las negociaciones fueran tan ásperas que el representante de la Unión de Jugadores, Marvin Miller y el negociador de los dueños, Ray Grebey se negaron a posar para la clásica foto de la paz.

El saldo de la huelga fue el siguiente: 713 juegos cancelados (38 por ciento del calendario regular). Pérdidas económicas estimadas en 146 millones de dólares (entre sueldos de jugadores, venta de boletos, derechos de transmisión y derechos de venta).

El acuerdo incluía reiniciar la temporada el 9 de agosto con el Juego de Estrellas (originalmente agendado para el 14 de julio) en el Municipal Stadium de Cleveland, y un día después con actividades normales.

Luego de la reanudación, en 17 de los 24 estadios la venta de boletos disminuyó considerablemente. Los Angeles fue la única ciudad en la que el fenómeno fue a la inversa. Otra vez Fernando.

Fernando el estrella
Había pocos (o ningún) argumentos para negarle a Valenzuela la apertura del Juego de Estrellas y nadie se atrevió a poner uno sobre la mesa. Fernando inició por la Liga Nacional, por la Americana lo hizo Jack Moris.

Valenzuela tiró sólo una entrada: Rod Carew abrió con un infieldhit a la segunda y fue inmediatamente puesto fuera al intentar robarse la segunda; Willie Randolph pegó sencillo al jardín izquierdo; George Brett fue puesto fuera de pitcher a primera y Dave Windfield fue retirado en una rola a la tercera base.

La Liga Nacional terminaría ganando el encuentro 5 carreras a 4, con Vida Blue como el pitcher ganador.

Back to bussines
De regreso a la actividad, Valenzuela batalló para conseguir su siguiente victoria, en inusuales salidas cortas se fue sin decisión contra los Reds (4 entradas y un tercio) y contra los Braves (5 entradas), pero volvió a su forma habitual al lanzar 8 entradas y dos tercios en contra de los Cardenales (con 12 ponches y sólo 2 carreras limpias) para agenciarse su décima victoria de la campaña.

El 27 de agosto consiguió su triunfo 11 cuando volvió a tirar un juego completo y una blanqueada, esta vez contra los Cubs (sólo permitió 4 hits, ponchó a 10 y regaló 2 bases por bolas. El 1 de septiembre lanzó 10 entradas, permitió una sola carrera limpia, pero se fue sin decisión y 5 días después empató el record de blanquedas para un novato (7) –Irv Young en 1905, Grover Alexander en 1911 y Jerry Koosman en 1968, lo habían hecho antes-, al derrotar a los Cardinals con juego completo, 8 ponches y una base por bolas. Su récord era de 12 ganados, 4 perdidos.

Se fue sin decisión el 12 de septiembre contra los Reds; el 17 de septiembre impone nueva marca de blanquedas para un novato, con 8, y empata la marca de MLB (Russ Ford en 1910 y Reb Russell en 1913, sus antecesores). Su víctima: los Braves. Sus números: 9 entradas, 3 hits, 6 ponches y 2 bases por bolas. Su récord: 13 ganados, 4 perdidos.

En las últimas tres salidas de la temporada (contra Giants, Astros y Padres) Valenzuela lanzó 6, 7 y 8 innings, recibió 8 carreras limpias, dio 7 bases por bolas, ponchó a 18 enemigos y los Dodgers apenas lo apoyaron con 3 carreras. Tres derrotas consecutivas que abollaron un poco el récord del novato que finalmente quedó en 13 victorias y 7 derrotas.

El 4 de octubre terminó la temporada regular y los Dodgers tenían 63 ganados, 47 perdidos, el segundo lugar de la División Oeste de la Liga Nacional y un boleto a la postemporada.

Play Offs
Como era de esperarse, y como lo hicieron toda la temporada en momentos importantes, los Dodgers enviaron a Valenzuela a la loma en el primer juego de la Serie Divisional, para enfrentar al “Expreso de Refugio, Texas” Nolan Ryan (quien en su última salida contra los Dodgers, el 26 de septiembre había lanzado su quinto juego sin hit ni carrera) y a los Houston Astros.

El juego llevado a cabo en Astrodome fue un cerrado duelo de pitcheo. Valenzuela tiró 8 entradas completas (antes de ser reemplazado por un bateador emergente), permitió 6 imparables, una carrera limpia, regaló 2 boletos y ponchó a 6.

Dave Stewart lo relevó en la novena entrada y permitió un jonrón de dos carreras de Alan Ashby que dejó a los angelinos tendidos en el terreno y a Fernando Valenzuela sin decisión.

Los Astros ganarían también el segundo juego de la serie, los Dodgers ganarían el tercero y para el cuarto encuentro, volverían a darle la bola al mexicano que lanzó toda la ruta, permitiendo sólo 4 imparables y una carrera. Valenzuela dejaba la mesa puesta para que los Dodgers consiguieran su boleto para la Serie de Campeonato al día siguiente

El 13 de octubre los Dodgers iniciaron la Serie de Campeonato contra los Montreal Expos (quienes habían derrotado a los Philladelphia Phillies) en Dodger Stadium. Burt Hooton, Bob Welch y Steve Howe se combinaron para blanquear a los canadienses y al final los Dodgers se llevaron el juego 3 carreras a 0.

Al día siguiente Valenzuela sufriría de nueva cuenta de falta de apoyo (de hecho, de carencia absoluta de apoyo) y lanzando 6 entradas, permitiendo 7 hits y 3 carreras limpias “El Toro” se apuntó su primera derrota en postemporada. La serie estaba 1-1.

El tercer juego, ahora en el Stade Olympique de Montreal, fue para los Expos 4 carreras a 1; el cuarto para los Dodgers 7 a 1. Y de nuevo la pelota era para Fernando en el juego definitivo, el 19 de octubre.

Valenzuela se trenzó en un duelo de pitcheo con Ray Burris (entre los dos permitieron apenas 8 imparables y 2 carreras; Fernando lanzó 8 entradas y dos tercios, permitió apenas 3 hits, una carrera limpia, regaló 3 boletos y ponchó a 6 enemigos. Rick Monday hizo por la causa angelina con un jonrón solitario en la novena entrada y los Dodgers, otra vez de la mano de Valenzuela, tenían su boleto para enfrentarse (en una serie que iniciaría al día siguiente) a su némesis: los New York Yankees.

La Serie Mundial
Desde su estancia en Brooklyn, los Dodgers se habían encontrado con los Yankees en la Serie Mundial en 10 ocasiones (1941, 47, 49, 52, 53, 55, 56, 63, 77 y 78) con siete victorias para los del uniforme a rayas (con un juego perfecto en 1956 [Don Larsen] y un partido en que un hombre pegó tres jonrones en 1977 [Reginaldo Martínez Jackson]).

Ese año los Yankees habían derrotado a los Milwakee Brewers en la Serie Divisional (3 juegos a 2); y a los Oakland Athletics en la Serie de Campeonato de la Liga Americana (3-0).

Valenzuela no estaba disponible para abrir el primero de la serie por su labor en el juego decisivo de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, y LaSorda lo podría utilizar hasta el juego 3.

La serie inició el 20 de octubre en Yankee Stadium con Jerry Reuss enfrentándose a Ron Guidry, los Yankees ganaron ese juego 5 carreras a 3. Al día siguiente, el zurdo de los Yankees Tommy John derrotó a Burt Hooton, 3 carreras a 0 y con los Dodgers en la lona, la serie viajaba a la costa oeste. Valenzuela, nuevamente, estaba ante un momento decisivo para su equipo y para él mismo.

El 23 de octubre, Fernando Valenzuela trepó a la loma del Dodger Stadium con la misión de revertir el momento anímico. En la primera entrada Ron Cey le dio un poco de apoyo con un jonrón de tres carreras. Sin embargo “El Toro” titubeó en las entradas 2 y 3.

Bob Watson abrió el segundo asalto con jonrón por todo jardín central; Rick Cerone pegó un doblete al jardín izquierdo; Aurelio Rodríguez avanzó al corredor con fly de sacrificio y Larry Milbourne con sencillo al jardín derecho impulsó a Cerone.

En la tercera entrada, luego de ponchar a Dave Winfield, Valenzuela permitió un sencillo de Lou Piniella y luego de otro out, Rick Cerone pegó jonrón de dos carreras. Ante el inusual desempeño del sonorense Tom LaSorda fue a la loma para tratar de tranquilizarlo.

El propio LaSorda cuenta esa plática en el programa Perfiles de ESPN dedicado a Valenzuela:

“Junté todo el español que podía hablar y le dije: Si tú logras frenarlos en 4 carreras, nosotros ganamos este juego 5 a 4. Fernando me miró y me dijo en inglés: Are you shure?”

Después de esa visita Fernando sólo permitió 4 hits más, los Dodgers anotaron dos carreras más en la quinta entrada y la noche terminó con un screwball en cuenta de 2 bolas-2 strikes al que Lou Piniella hizo swing perdido. Valenzuela conseguía su primera victoria en Serie Mundial (sería la única de su carrera) y el destino de la Serie había girado 180 grados.

Steve Howe, Jerry Reuss y Burt Hooton seguirían los pasos del mexicano y derrotarían en juegos consecutivos a los Yankees (el último de ellos en la casa que Ruth construyó) y la temporada de la Fernandomanía sería coronada con un campeonato.

Además, días después de alzar el trofeo de la Campeones del Mundo Valenzuela fue nombrado Novato del año y le fue concedido el premio Cy Young (fue el primer jugador de la historia de las Ligas Mayores en conseguir las dos distinciones en un mismo año).

Sin importar lo que pudiera pasar después, la Fernandomanía había entregado sus primeros frutos tangibles (dos trofeos y un anillo de campeonato). El boleto a la inmortalidad había sido entregado mucho tiempo antes.

viernes, 28 de agosto de 2009

Fernandomanía II


1981: escrito en las estrellas

Juan Carlos Plata


Valenzuela reportó en marzo al Spring Training de los Dodgers, en Vero Beach, Florida, prácticamente con un lugar asegurado en la rotación de abridores (junto con Jerry Reuss, Burt Hooton y Bob Welch) y era, de inicio, favorito para llevarse el premio Rookie of the Year (con lo que los Dodgers podrían conseguir su tercer trofeo del tipo consecutivo, en 1979 y 1980 lo habían conseguido Rick Sutcliffe y Steve Howe, respectivamente, ambos pitchers).

El 8 de abril, un día antes del juego inaugural de la temporada, la rotación de pitcheo parecía una sala de hospital: Jerry Reuss sufría un desgarro en el músculo de la pantorrilla; Burt Hooton, tenía una uña enterrada; Bob Welch sufría de problemas en el codo; y Dave Goltz tenía estiramiento en un músculo de la entrepierna.

Tom LaSorda llamó a su oficina a Valenzuela y le preguntó si estaba listo para lanzar en el Opening Day, al día siguiente: Fernando dijo que sí.

Si bien era cierto que el novato había dominado como relevista en las últimas semanas de 1980, jamás había iniciado un partido de Grandes Ligas y además era el lanzador más joven de todas las Mayores, pero si podía hacer un buen trabajo, el manager quedaría como un genio. El ego de LaSorda no podía dejar pasar esa oportunidad.

Al día siguiente, 50 mil 511 espectadores fueron testigos de cómo Valenzuela lanzaba un juego completo, permitía sólo 5 hits y blanqueaba a los Houston Astros. La sonrisa de Tom Lasorda hacía juego con su voluminoso abdomen y la Fernandomanía estaba de regreso.

Años después, Steve Bisheff escribió en el Orange County Register:

“Tuviste que haber estado ahí, en el mágico verano de 1981, para ver las largas filas de carros esperando para entrar al parque a las 4 y media de la tarde. Si encendías el radio podías escuchar el alegre sonido del mariachi tocando La balada de Fernando en cada estación de la ciudad. Si abrías la sección de anuncios de cada periódico, encontrabas recados de los miembros del creciente Club de Fans de Fernando. Yo sé todo esto porque yo estuve ahí”.

Por su parte, Lance Linden en su artículo Fernandomania Revisited, publicado en 2001 en la página de internet The Baseball Page, recuerda así la cuarta salida de Valenzuela en la temporada, el 27 de abril de 1981:

“Era una tarde de abril hace veinte años… “La atmósfera era, por decir lo menos, eléctrica. Los 49 mil 478 fanáticos que llenaban el parque de pelota –muchos de ellos habían llegado tres horas antes de la primera pichada- se preguntaban si su nuevo hijo favorito les daría otra actuación digna del recuerdo. “¿Dónde estaba el objeto de todo ese afecto y adulación? ‘Se está poniendo en condiciones para el juego’, diría uno de sus compañeros. ‘Está en la mesa del masajista, parece que está dormido’.

“La palabra fenómeno se usa por todos lados en el beisbol; por Dios, los White Sox la usaron para describir a Jason Bere. Pero ningún pitcher joven –ni Sandy Koufax, ni Roger Clemens, ni Greg Maddux, ni Nolan Ryan, ni Tom Seaver, ni Dwight Gooden en el 84- en la última mitad del siglo incendió las Ligas Mayores como lo hizo Fernando Valenzuela en 1981.”

Ni Bisheff ni Landen exagera. Incluyendo el juego inaugural, Valenzuela ganó sus primeras 8 salidas en fila (a los Astros, Giants, Expos [dos veces a cada uno] Padres y Mets), cinco de ellas en calidad de visitante, con números tanto o más impactantes que el fenómeno social a su alrededor: 8 juegos completos, 72 innings lanzados, 4 carreras limpias (0.50 de efectividad), 68 ponches, 17 bases por bolas.

Vin Scully, el mítico locutor de los Dodgers, luego de su actuación el 27 de abril dijo a micrófono abierto:

“¿Hay algo que no pueda hacer? Lo juro Fernando, eres demasiado no importa el idioma que hables. Escuchen a toda esta multitud, los ha dejado hablando solos”.

Curiosamente, Valenzuela contribuyó a que los índices de audiencia de Vin Scully parecieran una broma frente al cálculo de 40 millones de radioescuchas de las transmisiones de los juegos de los Dodgers en español para Estados Unidos y toda la Latinoamérica beisbolera, con Jaime Jarrín y Pepe Cárdenas.


Jim Kaplan firma el artículo Epidemic of Fernando Fever, publicado el 4 de mayo de 1981 en Sports Illustrated:

“La (Fernando Fever) Fernandomanía está arrasando el sur de California como un incendio forestal en un día de viento. Los síntomas son deliro, euforia y un vago sentimiento de incredulidad. La causa: Fernando Valenzuela, el sensacional novato lanzador zurdo de 20 años de los Dodgers…

“…Un hombre de Redondo compuso una canción en su honor. Una mujer de Barstow diseñó una camiseta conmemorativa de la Fernandomanía. El diario intelectual Los Angeles Times publicó una editorial laudatoria. El diario más bien vulgar Los Angeles Herald Examiner inició un concurso buscando un apodo para el héroe. Y la pizarra electrónica de Dodger Stadium ha empezado a identificar a Valenzuela únicamente por su nombre de pila.


“A pesar de que Valenzuela parece encantar a fanáticos de todos las razas es especialmente popular entre sus compatriotas. ‘Nunca había visto algo parecido’, dice Jaime Jarrín, quien ha transmitido los juegos de los Dodgers en español desde que se mudaron a los Los Angeles en 1958. ‘Bobby Castillo es mexico-americano, un chicano que nació en Los Angeles, pero es mucho más grande tener a alguien de México. Fernando es de Sonora, una de las principales fuentes de migrantes de la zona de California. Los latinos somos grandes fanáticos de los deportes. Siempre hemos tenido héroes de los deportes pero casi todos eran boxeadores. Fernando tiene potencial para convertirse en el rey de todos ellos’.

“Antes de 24 horas después de vencer a los Astros, vendimos todos los boletos para su próxima salida contra los Giants’, dice el vicepresidente de los Dodgers, Fred Claire. ‘No tiene precedente’”.


En medio de toda esta locura, sólo una persona parecía en completo control de sus emociones: el propio Fernando.

Sigue el artículo de Jim Kaplan:

“Valenzuela es el perfecto ejemplo de las tres ‘C’: control, confianza y compostura. ‘Es estupendo colocando sus lanzamientos en las esquinas de la zona de strike’, dije Mike Brito…‘Pero lo que realmente me asombra es que nunca se pone nervioso, no sé como lo hace. Todo lo que él dice es ‘¿Por qué habría de estar asustado?’

Además, estaban sus habilidades en el montículo. De nuevo mister Kaplan:

“La gente observa a lanzar a Valenzuela con una mezcla de impresión y confusión. ‘Alguien que maneja con tanta maestría el screwball se merece todo mi respeto’, dice el pitcher de los Astros, Don Sutton. ‘La clave está en su recta’, argumenta el segunda base de los Giants, Joe Morgan. ‘Es suficientemente bueno como para que reverencies su curva y su screwball’ dice el primera base de los Astros, Mike Ivie. ‘No puedes sino admirar su control, incluso cuando juegue para el equipo contrario. Es grandioso ver a un joven de 20 años haciendo las cosas que él hace, es grandioso ser parte de esto’, dijo el jardinero de los Padres, Gene Richards’.

Gary Carter, el cátcher de los Montreal Expos, cuenta que cuando le pasaron el reporte del scout horas antes de enfrentar a Valenzuela el 3 de mayo, lo único que decía era: “Es inbateable, nadie puede pegarle a su screwball”. Justo en medio de esta racha de victorias, Valenzuela visitó por primera vez Nueva York, conocida en el mundo del beisbol como la ciudad con la prensa más exigente y maliciosa.

Aquí fragmentos de la crónica titulada Will the bubble ever burst? firmada por Jim Kaplan, de la primera conferencia de prensa de Valenzuela en Shea Stadium, publicada en Sports Illustrated el 18 de mayo de 1981:

“Era una conferencia de prensa más adecuada para un dignatario extranjero que para un atleta, pero justamente un dignatario extranjero es en lo que Fernando Valenzuela se ha convertido. Sólo un príncipe o un potentado podría haber visto todo este circo mediático con tanta ecuanimidad. Más de 100 periodistas llegaron al Diamond Club de Shea Stadium la tarde de ese jueves, con camarógrafos tomando sus posiciones y reporteros de periódicos parloteando por todo el lugar.

“Sólo cuando Valenzuela hablaba es que todo resultaba ser por un joven de 20 años nacido en Etchohuaquila y no por el presidente de México. No, Valenzuela no había oído nada acerca de la huelga que estaba emplazada a iniciar el 29 de mayo. Sí, se sentía un poco fuera de lugar contestando preguntas cuando podría estar viendo la tele. Cuando la conferencia de prensa terminó, Valenzuela se encontró con el cátcher mexicano de los Mets, Alex Treviño. ¿A dónde me vas a llevar?, preguntó Valenzuela. ¿Hay algún buen restaurante mexicano? No, sólo cubanos, respondió Treviño, y se fueron.

“Toda la semana los Mets han anunciado el arribo de Fernando –con mensajes en la pizarra electrónica y música mexicana en el sonido local del parque y con anuncios en las estaciones de radio en español. Pero la Fernandomanía no se limita sólo a Nueva York. El número de estaciones de radio de Venezuela que transmitieron este partido se incrementó de 20 a 40 y las mexicanas, de 3 a 17.

“Los Mets construyeron taquillas extras cerca de las salidas del metro para atender a la anticipada oleada de fanáticos. La asistencia de 38 mil 848 fanáticos fue la cifra más alta de la temporada para los Mets –el promedio era de 11 mil 358- y, de acuerdo a un estimado, le significó al club un ingreso extra de 310 mil dólares
.

El 18 de mayo en Dodger Stadium la burbuja de perfección finalmente reventó, Valenzuela perdió su primer encuentro de Grandes Ligas. Los Dodgers perdieron 4 carreras a 0 frente a los Philadelphia Phillies. Fue la primera vez en la temporada que Valenzuela no lanzaba el juego completo (permaneció en la loma por espacio de 7 entradas, le pegaron sólo 3 hits –entre ellos un jonrón-, regaló 4 bases por bolas, ponchó a 6 y su efectividad por primera vez rozaba el 1.00 (quedó en 0.91).

Esto sólo demostraría que la Fernandomanía era mucho más que una moda pasajera.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Fernandomanía I



¿Quién es Fernando Valenzuela?

Juan Carlos Plata

Hubo una época en el beisbol –en la década de los 80- en la que Pete Rose rompió el record de más hits en la historia del beisbol (11 de septiembre de 1985) y después se las arregló para ser expulsado de las Mayores; en la que los Oakland Athletics fueron poderosos y casi invencibles (1988-1990), los Baltimore Orioles, los Kansas City Royals, los Minnesota Twins, los Detroit Tigers, los St. Louis Cardinals e incluso los ridículos New York Mets ganaron la Serie Mundial; en la que los Boston Red Sox escribieron el más triste y penoso capítulo de la Maldición del Bambino (en la Serie Mundial de 1986); en la que los New York Yankees sólo fueron a una Serie Mundial y la perdieron; en la que Nolan Ryan, Roger Clemens, Rickey Henderson, Gary Carter, José Canseco, Don Mattingly, Willie Mays Aikens y muchos otros forjaron sus leyendas particulares; pero por encima de todos estos logros y nombres, esa época es la única en la historia del beisbol de las Grandes Ligas que tiene nombre propio: se llamó Fernandomanía.

No parecía un atleta (ni siquiera aparentaba tener la edad que tenía), era dueño de un screwball devastador, miraba al cielo justo antes de lanzar la pelota hacia el home plate, salvó al beisbol de la catástrofe luego de la huelga de 1981, toda una generación de angelinos creció pensando que San Fernando Valley había sido bautizado en su honor, fue amo y señor de Los Angeles, de la Liga Nacional y de las Ligas Mayores. El deporte nacional de los Estados Unidos fue su campo de juegos. Una vez Robert Redford preguntó con sorna quién era. No importaba, él tampoco sabía quién era Robert Redford. Tenía 20 años y se llamaba Fernando Valenzuela.

No inglés, sí beisbol
El 15 de septiembre de 1980 México celebraba el aniversario 170 de su guerra de Independencia que liberó al país de la dominación española y en el Atlanta Fulton County Stadium de Atlanta, el joven pitcher mexicano Fernando Valenzuela iniciaba su conquista de las Grandes Ligas enfundado en el jersey número 34 de los Dodgers de Los Angeles.

Valenzuela entró a relevar en la sexta entrada de un duelo entre los Dodgers y los Atlanta Braves. En esa entrada Valenzuela retiró en orden a Bruce Benedict, al también mexicano Luis Gómez y a Tommy Boggs. En la séptima entrada, gracias a un par de errores de la defensiva, los Braves anotaron dos carreras sucias. El resultado final fue Braves 7, Dodgers cero; pero lo verdaderamente relevante fue que la Fernandomanía había escrito su primer capítulo.

A esa actuación le siguieron nueve más en la temporada de 1980 (siempre como relevista), en las que acumuló 17 innings y dos tercios de trabajo; 2 ganados, 0 perdidos y un salvamento; 16 ponches, 5 bases por bolas y no le hicieron carrera limpia. Pero desde el inicio, los números no fueron lo más importante, el impacto de Valenzuela fue siempre mucho más allá del campo.

Steve Wulf documenta el fenómeno en su artículo No hideaway for Fernando publicado en la revista Sports Illustrated el 23 de marzo de 1981:

“Los fans de Los Angeles tuvieron una visión de Valenzuela en las últimas semanas de la temporada de 1980, cuando los Dodgers lo llamaron de la sucursal de San Antonio en la Liga de Texas clase AAA, para que los ayudara en la pelea por el título de la División Oeste de la Liga Nacional. Sin Valenzuela, el equipo no hubiera podido forzar un juego extra para definir el título contra los Houston Astros…

“…En el poco tiempo que estuvo en Los Angeles capturó el corazón de la comunidad mexicana que rodea Dodger Stadium, y no es coincidencia que su foto aparezca en la contraportada de la guía de medios de los Dodgers para la campaña 1981.”


Una de las primeras razones del temprano éxito de Valenzuela en el campo de juego fue su dominio del screwball (lanzamiento de tornillo) del cual tenía dos versiones: una rápida y una lenta; pero además tenía gran dominio sobre todo su repertorio de pichadas.

Volvemos al artículo de Steve Wulf:

“El catcher de los Dodgers, Joe Ferguson, dice que Valenzuela tiene dos tipos de bola recta, una directa y una con movimiento, también una curva excelente, un cambio de velocidad y un slider más bien mediocre. ‘Cuando le paso las señales me quedo sin dedos’, dice...

“Sandy Koufax [el legendario lanzador zurdo] ahora instructor especial de pitcheo de los Dodgers dice: ‘Es inusual que alguien tan joven tenga tal control de tantas pichadas diferentes.


“Koufax dice que Valenzuela le recuerda a Ron Perranosky, el renombrado relevista de los Dodgers en los años 60, por su físico. Perranosky, hoy coach de picheo de los Dodgers, dice que Valenzuela le recuerda a Jim Brewer, quien lo sustituyó en el bullpen, por su screwball. El vicepresidente de los Dodgers, Al Campanis dice que Valenzuela le recuerda a Carl Erskine, un héroe de los Dodgers cuando estaban en Brooklyn, por su confianza en el campo. Pero todos coinciden en una cosa: es un natural.


“'Puede no hablar bien inglés', dijo Ducky LeJohn, manager de Valenzuela en San Antonio, ‘pero habla bastante bien el idioma del beisbol’”.

Talento en el brazo, no en los pies

Fernando Valenzuela Anguamea nació el primero de noviembre de 1960 en Etchohuaquila, Sonora. Para aquellos que creen en profecías: es el séptimo de 12 hijos de Avelino Valenzuela y María Anguamea.

Mike Brito (scout cubano de los Dodgers y quien descubrió a Valenzuela) dice: “La familia es muy, muy pobre. La granja familiar es del tamaño de la mitad del infield de Dodger Stadium, es como del short stop al home plate”.

Una vez llegado a Grandes Ligas, se le preguntó a Valenzuela por qué había elegido jugar beisbol cuando en México el deporte más popular es el futbol: a través de un intérprete contestó: “Dios puso el talento en mi brazo, no en mis pies”.

El propio Fernando le atribuye a su hermano mayor el descubrimiento de su habilidad para lanzar, a los 13 años: “fue en un día de invierno, estábamos lanzado pelotas y Rafael me dijo: 'tienes brazo como para ser pitcher'”.

Cuatro años después de esta anécdota, Valenzuela lanzaba para los Tuzos de Guanajuato en la Liga Central de México, donde tuvo 5 ganados 6 perdidos y 2.23 de carreras limpias. Era el año de 1978.

Mike Brito había conseguido trabajo de tiempo completo como scout de los Dodgers cuando recomendó a Bobby Castillo (un infielder despreciado por los Kansas City Royals) para un puesto de pitcher y éste resultó ser todo un éxito. Su primera asignación fue viajar a Silao, Guanajuato, México, para ver jugar a un short stop de muy buenas referencias.

El propio Brito cuenta la anécdota:

“Todos los hoteles de Silao estaba llenos –era Semana Santa- y terminé durmiendo en las únicas cuatro sillas de la estación de autobuses. Fui al juego al día siguiente, vi al short stop que buscaba, pero me llamó la atención que el pitcher del otro equipo estaba ponchando a todo mundo (incluido el prospecto que iba buscando). Al final del juego Fernando Valenzuela había ponchado a 12 enemigos y yo no podía creer que sólo tuviera 17 años”.

Brito reportó su descubrimiento al vicepresidente de los Dodgers, Al Campanis, quien al año siguiente viajó a Yucatán para ver jugar al joven (en 1979 la Liga Mexicana de Verano absorbió la Liga Central y Valenzuela fue asignado al equipo de Puebla que lo prestó a Yucatán). Campanis quedó asombrado e inmediatamente se puso en contacto con el dueño del equipo poblano, Jaime Avellá.

El 6 de julio de 1979, los Dodgers y Puebla llegaron a un acuerdo y por 120 mil dólares –de los cuales el jugador se embolsó 20 mil- Valenzuela fue fichado por la novena angelina (a pesar de una oferta posterior de los New York Yankees de 150 mil dólares).

De nuevo, el artículo de Steve Wulf cuenta los primero pasos de Valenzuela en Estados Unidos:

“Valenzuela fue enviado a la sucursal Clase A en la Liga de California por las últimas semanas de la temporada 1979, en 24 innings sólo admitió 3 carreras limpias. Pero Campanis sentía que la recta y la curva de Valenzuela no eran suficiente y le pidió a Bobby Castillo [sí, el otro prospecto de Mike Brito] que fuera a la Liga Instruccional de Arizona durante el invierno para que le enseñara a Fernando a tirar el screwball. Castillo, que había aprendido el lanzamiento viendo al relevista de los Pittsburg Pirates [también mexicano] Enrique Romo tirarlo durante su paso por la Liga Mexicana, dijo que Valenzuela aprendió el lanzamiento de inmediato”.

El screwball

El que terminó siendo el lanzamiento estelar de Valenzuela, el screwball también llegó de manera natural.

Continúa el artículo de Wulf :

“Castillo asegura que se tiene que aprender a lanzar el screwball sin lastimar el brazo por sobre estiramiento. ‘Recuerdo que Carl Hubbel me dijo que la clave es tirarlo con dos velocidades diferentes’”.

“Perranosky recuerda que Warren Spahn enseñó el lanzamiento a Jim Brewer, pero fue hasta tres años después cuando Brewer pudo usarlo con efectividad. Valenzuela conquistó el lanzamiento en sólo un par de meses. ‘Ví a Fernando tres veces el año pasado’ dijo Perranosky, en ese entonces coach de picheo en Ligas Menores. ‘La primera vez cometía algunos errores. La segunda vez los había reducido al mínimo. La tercera vez fue como ver a un gran caballo en su último entrenamiento antes del Derby de Kentucky’”.


1980. The Amazing Chief
Fernando inició la temporada de 1980 jugando para la sucursal Case AAA de los Dodgers en San Antonio. En sus últimas ocho salidas tuvo récord de 7 ganados 0 perdidos, 0.87 de carreras limpias admitidas y 78 ponches en 62 innings de labor. Números suficientes para que sus compañeros le pusieran su primer apodo: “The Amazing Chief” (El jefe impresionante) y el equipo grande lo llamara el 10 de septiembre de ese año, luego de sólo 30 apariciones en sucursales.

Luego de su incorporación a los Dodgers, escribe Steve Wulf : “las ovaciones en Dodger Stadium crecían cada vez que Valenzuela salía del bullpen. Por difícil que sea de creer, Valenzuela era apenas el segundo jugador mexicano que lanzaba para los Dodgers desde que llegaron a Los Angeles; José Peña, un relevista que jugó para ellos de 1970 a 1972, fue el otro. ‘Nunca había visto algo parecido,’ dice Rudy Hoyos, actor y locutor en español de los partidos de los Dodgers que además se encargó durante un tiempo de las labores de traducción que necesitaba Valenzuela. ‘La gente lo amó inmediatamente’”.

Muchos consideraron la incorporación de Valenzuela como una estrategia de los Dodgers para revertir la mala opinión que tenían entre la comunidad mexicana luego de que algunos habitantes del barrio de Chavez Ravine –ocupado principalmente por inmigrantes mexicanos- fueran desalojados con lujo de violencia para dar paso a la construcción de Dodger Stadium (en 2005, Ry Cooder rindió un homenaje a esos inmigrantes mexicanos desalojados en su disco titulado Chavez Ravine; en el famoso mural The Great Wall of Los Angeles se hace referencia a ese episodio).

Valenzuela extendió su dominio a la temporada invernal de la Liga Mexicana del Pacífico, con los Tomateros de Hermosillo. Todas sus salidas se dieron frente a llenos totales en los parques y el lanzador correspondió al interés con números de 12 ganados y 5 perdidos; un promedio de carreras limpias admitidas de 1.65 y 154 ponches en 147 entradas lanzadas.

Y estaba listo para su primera temporada completa en Grandes Ligas.

martes, 11 de agosto de 2009

Beisbol en palabras IV

Regresa la gustada (¡aplausos!) sección Beisbol en palabras, ahora con frases de tres películas:

Bull Durham
Director: Jim Sheldon
Año: 1988
Kevin Costner (Crash Davis), Susan Sarandon (Annie Savoy), Tim Robbins (Ebby Calvin“Nooke”LaLoosh)

Creo en la iglesia del beisbol. He tratado con todas las religiones grandes y la mayoría de las pequeñas. He venerado a Buda, Alá, Brahma, Vishnu, Shiva, árboles, hongos, incluso a Isadora Duncan.
Sé un par de cosas. Por ejemplo, hay 108 cuentas en un rosario católico y hay 108 costuras en una pelota de beisbol. Cuando supe eso, le di una oportunidad a Jesucristo. Pero no funcionaron las cosas entre nosotros. El Señor ponía demasiada culpa sobre mí.
Prefiero la metafísica por encima de la teología.
Verás, no hay culpa en el beisbol y nunca es aburrido, lo que lo hace tan bueno como el sexo. Tener sexo se parece a batear una pelota, sólo tienes que relajarte y concentrarte.
He tratado con todas, lo he hecho. Y la única iglesia que verdaderamente alimenta el alma todos los días, es la iglesia del beisbol.
Monólogo inicial

-Relájate. No trates de ponchar a todo mundo. Los ponches son aburridos y además son facistas. Trata de que te peguen algunas rolas, es más democrático.
Crash Davis

-Sí, estuve en el show (Ligas Mayores) por 21 días, los 21días más grandiosos de toda mi vida. En las mayores no tienes que encargare de tu equipaje, alguien más carga tus maletas. Es grandioso. Juegas con pelotas blancas, incluso para la práctica de bateo. Todos los estadios son como catedrales, todos los hoteles tienen servicio al cuarto, y todas las mujeres tienen piernas largas y cerebro.
Crash Davis

-Lección número uno: No pienses, eso sólo lastima al equipo.
Crash Davis

-No te respetas a ti mismo, y ese es tu problema. Pero no respetas el juego y eses es mi problema. Tienes un don.
-¿Tengo un qué?
-Un don. Cuando eras un bebé, los dioses bajaron y convirtieron tu brazo derecho en un trueno. Tienes un brazo digno del Salón de la Fama y lo estás echando a perder.
-No estoy echando nada a perder. Ya tengo un Porsche y un equipo de sonido cuadrafónico en mi departamento.
-Tú no necesitas un equipo de sonido cuadrafónico, necesitas un lanzamiento en curva.
Diálogo entre Crash Davis y Nooke LaLoosh

-El beisbol probablemente sea una religión llena de magia y verdades cósmicas, puede ser el fundamento ontológico de nuestro tiempo, pero también es un trabajo.
Annie Savoy

Field of dreams
Director: Phil Alden Robinson
Año: 1989
Kevin Costner (Ray Kinsella); Amy Madigan (Annie Kinsella); Ray Liotta (Joe “Shoeless” Jackson); James Earl Jones (Terence Mann); Burt Lancaster, Frank Whaley (Archibald “Moonlight” Graham)

-Constrúyelo y él vendrá
Voz que escucha Ray Kinsella, después de escucharla ve un campo de beisbol en su campo de maíz y decide construirlo

-La voz regresó.
-Dios. ¿Ahora tienes que construir un campo de futbol?
Diálogo entre Ray Kinsella y Annie Kinsella

-¿Apuesto a que es bueno jugar de nuevo, verdad?
-Haber sido expulsado del beisbol fue como si me hubieran amputado una parte del cuerpo. Me han dicho que algunas personas se despiertan con sensación de comezón en las piernas, cuando tiene 50 años que les fueron amputadas. Así me pasa a mí. Me despierto en la noche con el olor de los parques de pelota en mi nariz, la frescura del pasto en mis pies. La emoción del pasto.
Diálogo entre Ray Kinsella y “Shoeless” Jackson

-Amo este juego, habría jugado sólo por comida. Jugaba por amor el juego, los sonidos, los olores. ¿Alguna vez has sostenido una pelota o un guante frente a tu cara?
-Sí.
-Amaba viajar en tren de ciudad en ciudad. Los hoteles con sus lujosos vestíbulos y las camas de latón en los cuartos. La gente en el estadio, de pie cuando una bola es conectada a la parte lejana de los jardines. Maldición, hubiera jugado gratis.
Diálogo entre “Shoeless” Jackson y Ray Kinsella

-Los dos primeros lanzamientos fueron altos y pegados, ¿Qué crees que te va a lanzar ahora?
-Bueno, puede ser baja y afuera o a mi cabeza.
-Él no quiere llenar las bases, entonces busca una pelota baja y afuera.
-Entendido.
-Pero de todos modos cuida tu cabeza.
Diálogo entre “Shoeless” Jackson y “Moonlight” Graham

Bueno, nunca tuve un turno al bat en Ligas Mayores. Me hubiera gustado tener esa oportunidad. Sólo una vez. Mirar a un pitcher de Grandes Ligas y justo cuando empezara a hacer su movimiento, guiñarle un ojo. Hacerlo creer que sabes algo que él no.
Eso es lo que deseo. Una oportunidad de mirar un cielo tan azul que haga que a uno le duelan los ojos. Sentir el temblor en los brazos cuando conectas una pelota. Correr las bases y convertir un doble en un triple, ver las caras de derrota de los defensivos y poner tus brazos alrededor de la base.
Ese es mi deseo. ¿Hay suficiente magia en la luz de la luna como para hacer mi sueño realidad?
Monólogo de Archibald “Moonlight” Graham

La gente vendrá, Ray. Caminarán hacia las gradas, se sentarán ahí, estarán en mangas de camisa en una tarde perfecta. Descubrirán que tienen asientos reservados, los mismos lugares a los que iban cuando eran niños y alentaban a sus héroes. Y verán el juego y será como si se sumergieran en aguas mágicas. Los recuerdos serán tan vívidos que necesitarán barrerlos de sus caras.
Este campo, este juego, es parte de nuestro pasado. Nos recuerda que todo lo que fue bueno alguna vez, puede ser de nuevo.
Monólogo de Terence Mann

Fever pitch
Directores: Bobby y Peter Farrelly
Año: 2005
Drew Barymore (Lindsey Meeks); Jimmy Fallon (Ben Wrightman)

¿Sabes qué es lo realmente grandioso del beisbol? Que no puedes fingir. En ningún otro aspecto de la vida tienes que ser grandioso. En los negocios, la música, el arte, puedes tener suerte, puedes engañar a todo mundo. No en el beisbol.
Puedes batear una curva o no puedes, así es como funciona. Puedes tener un día de suerte, pero no una carrera de suerte.
Es como las matemáticas, es ordenado. Puedes ganar o perder, pero siempre será justo. Sólo se trata de sumar.
Además, no es confuso o ambiguo como….
-¿La vida?
-Sí, es seguro.
Diálogo entre Ben Wrightman y Lindsey Meeks

-¿Dónde están los Red Sox en término de importancia en tu vida?
-Primero están los Red Sox, luego el sexo y luego respirar.
Ben Wrightman en entrevista para ESPN

lunes, 10 de agosto de 2009

Lista de deseos del buen fanático

Para recuperar un poco del romanticismo del beisbol luego de tanta porquería sobre esteroides, me parece adecuado plagiarme (lo advertí desde el principio, las cosas buenas de este blog siempre serían escritas por otra gente) un texto publicado por Jim Caple en la sección Page 2 de ESPN.com.

Es algo así como una lista de cosas que un aficionado al beisbol tiene que hacer antes de morirse. Mr. Caple enumera 50, hay varias que no aplican al contexto mexicano (y fueron eliminadas por mi, y la lista quedó en 40), y probablemente todas están fuera de nuestro alcance, pero estaría a toda madre poder hacerlas.

En un afán de adecuación, en lugar de cosas que hacer antes de morirse, yo lo reduzco a lista de deseos y aquí está:

-Pase una semana en el spring training de su equipo.

-Aprenda llenar un box score.

-Vea las películas “Field of dreams” (El campo de los sueños), “Bull Durham”, “A league of their own” (Un equipo muy special) y “The natural” (El mejor).

-Use un bat de madera.

-Tómese una cerveza en las gradas de los jardines de Wrigley Field en un día soleado.

-Escuche a Vin Scully narrar un partido completo de los Dodgers.

-Lea los libros “Ball Four”, “The Boys of Summer” “Nine Innings”, “The Glory of Their Times” (hasta donde sé ninguno de estos está traducido al español).

-Pegue un jonrón.

-Sea manager de un equipo de ligas pequeñas.

-Sea umpire de un juego de ligas pequeñas.

-Abuchee a los Yankees en persona. (Esta no tiene madre. Nota del plagiario.)

-Vaya un Fantasy Camp (tours en los que te vistes como profesional y entrenas como profesional. Nota del plagiario.) y siéntase viejo y joven al mismo tiempo.

-Vaya al Salón de la Fama de Cooperstown.

-Engrase su guante y póngalo debajo del colchón en el invierno y juegue a cachar el primer día de la primavera con su hijo o su padre.

-Llegue a un juego lo suficientemente temprano para ver la práctica de bateo.

-Entre a una jaula de bateo y vea lo que se siente pegarle a una recta de 90 millas por hora. O más probablemente, lo que se siente fallar al intentar pegarle a una recta de 90 millas por hora.

-Visite el Campo de los Sueños, en Dyersville, Iowa (donde se filmó El campo de los sueños) y el viejo Durham Athletic Park (donde se filmó la película Bull Durham).

-Lleve a sus hijos a ver al San Diego Chicken y al Phillie Phanatic.

-Vea a Derek Jeter, Albert Pujols e Ichiro Susuki jugar en persona y coree sus nombres junto con un estadio repleto de fanáticos.

-Cómprese una gorra original de medida para reemplazar la que tiene, de las justables (que tienen una banda de plástico en la parte de atrás).

-Cante “Sweet Caroline” en Fenway Park.

-Lea religiosamente los box scores.

-Obtenga el autógrafo de su jugador favorito.

-Aprenda a lanzar una curva.

-Grite durante un Rally Monkey en el estadio de los Anaheim Angels.

-Coma el BBQ en Candem Yards de Baltimore; disfrute un Primanti Brothers Sandwich en el PNC Park de Pittsburgh; un Dodger Dog en Dodger Stadium; tacos de pescado en el Petco Park de San Diego; y las cebollas fritas en el Safeco Field en Seattle.

-Vaya a un juego en la zona del Caribe.

-Compre un boleto de gradas y cuélese a la sección de preferente.

-Discuta apasionadamente en un bar sobre quién merece estar en el Salón de la Fama.

-Coleccione tarjetas de beisbol. Enmique la de su jugador favorito en su año de novato y las demás tírelas a la basura o cláveles alfileres.

-Toque la placa de Babe Ruth en el Monument Park de Yankee Stadium.

-Acampe afuera del estadio en busca de boletos para ver a su equipo en la postemporada.

-Intente lanzar una bola de nudillos.

-Intente cachar una bola de nudillos.

-Atrape una pelota de foul en las gradas y luego regálesela al niño que tenga más cerca.

-Desobedece a tus padres y quédate despierto en la noche para escuchar el juego de beisbol con tu radio de transistores (o tu iPhone) escondido debajo de la almohada. (esta es la más romántica de todas, supongo que me gusta porque yo alguna vez hice algo parecido. Nota del plagiario)

-Vaya a un Juego de Estrellas.

-Pasee en kayak en la McCovey Cove (en el parque de los San Francisco Giants, justo detrás de la barda de jardín derecho está la bahía, Barry Bonds solía mandar pelotas de jonrón directo al agua. Nota del plagiario). Bonds ya no está en la liga, pero la bahía de San Francisco sigue ahí.

-Coma un helado en un mini casco de bateador.

Y finalmente:

-Vea a su equipo jugar la Serie Mundial. (Lo sentimos, este probablemente no aplica para fanáticos de los Cubs, Mariners, Rangers y Nationals. Nota de Mr. Caple.)

miércoles, 5 de agosto de 2009

Cuando éramos pobres y felices III

(desde hace dos días he estado preguntándome cómo justificar mi güevonería, hasta que David Ortiz me dio un pretexto peridístico, gracias al Big Papi)

-Beisbol, esteriodes y cuentos de hadas musculosas

Juan Carlos Plata

El sábado 8 de agosto, David Ortiz dijo en conferencia de prensa que nunca compró o usó esteroides y atribuyó a los suplementos vitamínicos, legales en aquel entonces y ahora, su presencia en la lista. En la conferencia de prensa, Ortiz estuvo acompañado por Michael Weiner (quien se espera que tome el mando de la Unión de Jugadores) quien respaldó lo dicho por el Big Papi, dijo que no se puede saber qué sustancia tomó cada jugador por orden judicial.

El mismo día, MLB distribuyó un comunicado en el que básicamente desacreditó la famosa lista y dijo que hay por lo menos 13 peloteros cuyo nombre está en la lista que muy probablemente no hayan dado positivo en ese antidoping de 2003.

Cultura de los esteroides
Por cada jugador de beisbol que ha consumido esteriodes, en las gradas hay cientos de niños que toman Ritalín, cientos de adultos que toman complementos vitamínicos para mejorar su rendimiento sexual o laboral, cientos de mujeres que se inyectan botox o cosas más modernas para esconder sus arrugas, ¿todavía estamos en condiciones, como sociedad, de pedirle a los atletas que no usen sustancias para mejorar el rendimento?

La prensa especializada en beisbol ha abordado el tema desde casi todas sus perspectivas (quizá la excepción sea explicar con precisión cómo es que los esteroides ayudan a los jugadores a pegarle mejor a la pelota o para mantener sus lanzamientos en la zona de strike), hay quien sostiene que el asunto se volvió un problema hasta que los sagrados libros de récords se vieron amenazados por McGwire y Sosa en 1998 y por Bonds en el 2003, y a la postre obligados a registrar esos nombres.

Pero el problema no se extendió en el beisbol (y en todo el deporte profesional) de los años 80 en adelante, el problema es mucho más viejo de lo que se cree.

En su blog Only Baseball Matters, el escritor y especialista en temas de educación, John Perricone publicó un artículo en febrero de 2009 del cual citamos fragmentos:

"Escribí reiteradas veces que simplemente no puedo creer que los periodistas deportivos hayan recién descubierto que los atletas utilizan sustancias para mejorar su rendimiento. Dije varias veces que el único motivo por el que tenemos este escándalo en el béisbol, y en ninguna otra parte, es a causa del reciente asalto del venerado libro de records del béisbol...


"¿Cómo es que estos escritores deportivos esperan que les crea que no sabían lo que estaba sucediendo en el mundo de competición elite de atletas en las últimas cuatro décadas? ¿Cómo pueden pedirme que me enfurezca cuando la mayoría de ellos vio este problema desarrollarse, y esperaron casi tres décadas para empezar a sonar la alarma?"

Perricone va más allá y cita un artículo publicado en 1969 por la revista Sports Illustrated, firmado por Bill Gilbert, del que presentamos un extracto:

"… Luego de que se admitiera que la mayoría de los ciudadanos se drogan de vez en cuando, aún hay mucho camino para reclamar que en cuanto a la utilización de drogas, los atletas son distintos a nosotros. A pesar de ser jóvenes, sanos y activos especímenes, toman una cantidad y variedad de drogas extraordinarias.

"Las toman por propósitos discutibles, las toman en una situación de moralidad debatible, las toman en condiciones que van de lo peligrosamente experimental a lo fatal. El consumo de drogas -drogas legales- por atletas está lejos de ser algo novedoso, pero el incremento de consumo de drogas en los últimos 10 años es deslumbrante. De hecho, podría amenazar la tradición y la estructura del deporte.

"… '¿Acaso los esteroides anabólicos son utilizados por hombres de peso olímpico?', pregunta Dave Maggard retóricamente, quien terminó quinto en el lanzamiento de la bala en (los Juegos Olímpicos de) México (1968) y ahora es entrenador de pista de la Universidad de California. 'Déjenme ponerlo de esta manera. Si hubieran entrado a la villa olímpica el día antes de la competencia y hubieran dicho que acababan de encontrar una nueva prueba que detectaría el consumo de esteroides, hubiera habido muchísimos atletas quitándose de los eventos a causa de las píldoras de musculatura instantánea'.

"… Hay rumores abundantes en torno a mariscales de campo, lanzadores, boxeadores medianos, corredores y luchadores. De todas maneras, es una cuestión de motivación y moralidad lo que constituye en núcleo del problema de las drogas. Aunque ni uno sólo de los rumores pudiera ser reducido a hechos probables, hay evidencia que demuestra que el consumo de drogas constituye un dilema significativo, no tanto para atletas individuales sino para el deporte en general. Un motivo es que el uso de drogas en el deporte lleva directamente a cuestiones más serias y complicadas. ¿Acaso la integridad atlética es un tema de interés público? ¿Es de importancia que los partidos sean jugados en una atmósfera de virtud, y hasta justicia? De lo contrario, cuál es la utilidad social de los partidos, ¿Por qué jugarlos realmente? Estos temas dan a luz cuestiones tan pegajosas acerca de los fundamentales del deporte que uno puede comprender la reacción instintiva de los establecimientos atléticos: cuando se reduce a las drogas, ignoran, rechazan y se dan vuelta.

"… Dejando de lado las cuestiones éticas por el momento, hay motivos evidentes por los que los atletas usan drogas. El más evidente es que hay más drogas disponibles estos días para consumo diario de las que había en el pasado. Más allá de esto, se nos vende drogas empíricamente porque las hemos probado y disfrutamos los resultados. El marketing y la promoción nos han vendido las drogas de manera subliminal. Generalmente hemos aceptado sin sentido crítico el mensaje central de este discurso persuasivo: las drogas son buenas para ti.

"… Estos días es un reflejo cultural el ir en busca de un antiinflamatorio, una cápsula o una inyección si uno tiene fiebre, dolor, náuseas, congestión, irritabilidad, obesidad, o cualquier otra enfermedad.

"Sería sorprendente si los atletas no fueran influenciados por las mismas tendencias que nosotros. Un ejemplo de cómo la ambición atlética, ambición o ignorancia a un nivel sub-médico, puede resultar en lo que puede ser llamado una dudosa práctica de drogas, se dio hace un par de años en un campamento de entrenamiento de los San Diego Chargers. La historia fue relatada por Dave Kocourek, ahora un ala ofensiva para los Oakland Raiders:

"'Creo que este negocio de esteroides debe haber comenzado con los Chargers en 1963. Un muchacho que recuerdo quedó involucrado fue Howard Kindig. Llegó a nosotros altamente recomendado como centro y linebacker de Los Angeles State. Era muy veloz y querían que subiera de peso, por lo que, en adición a utilizar el programa de peso utilizado por nuestro entrenador, Alvin Roy, le empezaron a dar Dianabol y subió como 30 libras'.

"… 'Un par de píldoras -tomo varias- y el dolor se va', dice Dennis McLain de los Tigres de Detroit. McLain también se da inyecciones, o al menos se dio una inyección de cortisona y de Xylocaina en su hombro previo al sexto juego de la Serie Mundial de 1968 -el único partido que ganó de tres intentos-. En la misma Serie, que por momentos parecía ser un enfrentamiento entre Detroit y los dorgadictos de San Luis, el Cardenal Bob Gibson estaba tomando pastillas para relajar su hombro. El héroe de la serie de los Tigres, Mickey Lolich, estaba tomando antibióticos.

"… 'Ocasionalmente utilizamos Dexamyl y Dexedrine; también usamos Seconal, Tuinal, Nembutal. Antidepresivos, Triavil, Tofranil, Valium. Pero no creo que el consumo de drogas sea prevalente en el Medio-Oeste como lo es en la Costa Este', dijo el doctor IC Middleman, quien, hasta su muerte en septiembre del año pasado, era cirujano del equipo de los Cardenales de San Luis."

Hasta aquí lo escrito y publicado por Bill Gilbert (vuelvo a recordarles, en 1969. El artículo completo de Gilbert está disponible, en inglés, en la siguiente dirección electrónica: http://sportsillustrated.cnn.com/vault/article/magazine/MAG1082543/1/index.htm).

Acerca del artículo de Gilbert, Perricone reacciona de la siguiente manera:

"¿Cómo puede ser que un artículo de 5 mil palabras, que fue publicado en Sports Illustrated -que en 1969 se trataba de la publicación de mayor importancia en aspectos deportivos en América- no haya sido notado?

"Claro que fue notado. A tal punto que el consumo de drogas continuó, floreció y se trataba de una reconocida parte del mundo deportivo. Y nadie escribía al respecto, nadie hablaba al respecto, nadie hizo nada".

Y continúa:

"En ese tipo de ambiente, eventualmente, las drogas iban a funcionar. Tenemos una NFL en la que los corredores son igual de grandes que los linieros ofensivos de equipos campeones de apenas una década atrás. Tenemos jugadores de béisbol más grandes que los linieros ofensivos. Tenemos atletas gigantes, porque los programas de entrenamiento, junto con los impresionantes avances en medicina deportiva funcionan. El mantra, ganar a toda costa, no es un slogan para una bebida deportiva. Es el agua en la que esos hombres y mujeres nadan:

"… El tema fue analizado por Hal Connolly, un veterano de cuatro equipos olímpicos estadounidenses.

"'Mi experiencia', dice Connolly, 'me dice que un atleta utilizará cualquier ayuda para mejorar su actuación al borde de matarse'.

"Pero antes de que empiecen a preocuparse por salvar a los niños, dejemos algo en claro. Hay algo de bueno en todo esto: ¿Quieren saber qué? Piensen en los deportes como en la NASA del cuerpo humano. Todos sabemos acerca de los avances en el programa espacial que influenciaron en nuestras vidas diarias. Se están haciendo avances en salud para personas no atléticas que proveyeron del deporte, incluyendo avances en entrenamiento de peso, técnicas de cirugía, y tratamientos de drogas. El mundo deportivo ha sido un gigantesco experimento químico las últimas cuatro décadas y cualquiera que haya asistido a una facilidad de medicina o a un gimnasio, o a un GNC, puede ver los resultados.

"Todos queremos ser mejores, y estamos dispuestos a hacer lo imposible por lograrlo. No hay nada de nuevo en eso. Es parte y parcela de ser un americano, y la influencia de América es global. En el mundo del deporte competitivo, el fin siempre justifica a los medios. Utilizar potenciadores de rendimiento es tan sólo una de las maneras en que los atletas se ubican frente al mal."

Con este contexto, el argumento moralino que nos hace llamar "tramposos" a los consumidores de esteroides (y que orilla a los jugadores a asumir actitudes de retrasados mentales -de las cuales son totalmente responsables-) tiende a desvanecerse.

Todos sabíamos que los esteroides existían, todos los usamos, todos estuvimos de acuerdo -o nada pudimos hacer- cuando el beisbol profesional (no sólo en Grandes Ligas, también en Latinomérica, probablemente la excepción sea Japón y Corea y ahí están los resultados del Clásico Mundial para probar que nosotros éramos los equivocados) se volvió cada vez más jonrones y menos beisbol.

El púlpito de virtud y justicia al que hoy todos (periodistas, aficionados, dueños, etcétera) se suben para enjuiciar a los jugadores (que, repito, no son ni víctimas ni inocentes) está construido por las mismas mentiras que obligaron a esos jugadores a inyectarse químicos en un intento de ser mejores, ganar campeonatos, poner mejores números y hacer más dinero (y además, los jugadores no son los que más dinero ganaron por las regalías de la Era de los Esteroides).

El juego tiene que cambiar porque las condiciones (políticas, sociales, e incluso físico atléticas) ya no son las mismas, pero la solución no es regresar a los viejos tiempos (que como aquí se ha mostrado, tampoco son tan inocentes y felices como nos quieren hacer creer). ¿Es necesario? Sí. ¿Va a suceder? Muy probablemente no. Por más que el juego nos convierta de nuevo en niños impresionables cada vez que algo mágico sucede en el terreno de juego, no podemos ser tan cándidos como para creer que la vida es como el juego de beisbol (y aquí aclaro, me refiero sólo al juego, no a sus protagonistas). No otra vez.

domingo, 2 de agosto de 2009

Cuando éramos pobres y felices II

(primero una aclaración: me cayó la maldición del: mañana lo hago. El post anterior decía que al día siguiente iba a poner la segunda parte, con varios días de retraso, pero aquí está:)

-Beisbol, esteroides y cuentos de hadas musculosas

Juan Carlos Plata

Luego de un 2008 de relativa calma, el beisbol parecía reagruparse. Y lo hizo de la mano de sus super estrellas: Alex Rodríguez (quien ha firmado los dos contratos más grandes y cuantiosos de la historia [252 millones de dólares, con los Texas Rangers en 2001, y 257 millones, con los Yankees en 2007] y de quien se empezó a calcular la fecha en la que romperá el récord de más cuadrangulares en toda la historia [762, de Barry Bonds]), Albert Pujols (que es hoy por hoy el jugador más completo del beisbol), David Ortíz (el carismático bateador designado de los Boston Red Sox) y Manny Ramírez.

La calma se rompió el 7 de febrero de 2009, cuando en el portal de internet de Sports Ilustrated, Selena Roberts publicó una nota en la que sostenía que cuatro diferentes fuentes (sólo identificadas como: abogados con acceso a la lista) aseguraron que el nombre de Rodríguez estaba en la lista de 104 jugadores que dieron positivo en el antidoping "experimental" de 2004.

De acuerdo a la nota, Rodríguez había consumido methenolona (con nombre comercial del Primoloban), un esteroide más caro de lo normal, que mejora el rendimiento de los músculo, los mantiene relajados y evita el desgaste, tiene muy pocos efectos secundarios y es detectable en un examen antidoping por un periodo de tiempo muy pequeño.

El mismo año en el que dio positivo en ese examen, Alex Rodríguez fue electo Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

La Unión de Jugadores publicó ese mismo día un documento en la que argumentaba que no estaba en posición de confirmar o negar la información, ya que la lista "tenía caracter de confidencial".

El 10 de febrero, Rodríguez concedió una entrevista al periodista Peter Gammons (ESPN) en la que declaró que, en efecto, había consumido esteriodes en 2001, luego de firmar el contrato más grande de la historia del beisbol con los Rangers (según él, sólo lo usó durante un corto periodo de tiempo, versión que no concuerda con que fue hasta 2003 cuando se realizó el examen).

Pero tal vez lo más penoso fue cuando se recordó que en 2007, en una entrevista con la periodista Katie Couric en el programa "60 minutes", Rodríguez dijo, textual: "Nunca he usado esteriodes".

Lo que siguió fue una serie de amenazas de Rodríguez hacia Selena Roberts (incluso la acusó de acoso y de invasión de la privacidad, de lo cual, aseguró, había reportes policiales, que después nunca nadie pudo encontrar).

El hombre que más dinero ha ganado por jugar al beisbol, y sobre el cual la MLB pensaba construir el futuro del deporte, también estaba manchado.

Manny Being Juiced
Con apenas un mes de temporada y 3 meses después del escándalo de Alex Rodríguez, el 8 de mayo, MLB anunció que Manny Ramírez (considerado el mejor bateador derecho de la actualidad, y que fue Jugador Más Valioso de la Serie Mundial del 2004, en la que los Boston Red Sox revirtieron la Maldición del Bambino y desde agosto de 2008 con Los Angeles Dodgers) había fallado en un examen antidoping realizado en el Spring Training de este año y que sería suspendido 50 partidos.

Ese mismo día, Ramírez publicó un comunicado en el que aseguraba que no había consumido un esteriode, sino un medicamento recetado por un doctor para resolver un "problema de salud", y se disculpó con los fanáticos, sus compeñaeros y los directivos de los Dodgers. Además, aclaró que desde 2004 había pasado sin problemas más de 15 exámenes antidoping.

Días después, la Liga detalló que en la muestra de orina de Ramírez no se encontró rastro de ninguna sustancia prohibida pero que se detectó una cantidad de testosterona muy superior a la normal, por lo cual la muestra fue separada y estudiada nuevamente.

Luego de confirmarse que esa testosterona no era natural sino sintética, la liga solicitó el expediente médico de Ramírez (cada temporada, todos los jugadores deben entregar un expediente con recetas y exámenes médicos) en el que se encontró una receta que ordenaba consumir human chorionic ganadotropin (hCG), una sustancia diseñada para fertilidad femenina.

La hGC es de uso común entre consumidores de esteroides ya que ayuda a restablecer los niveles de testosterona (uno de los principales efectos secundarios de casi todos los esteriodes es un bajo nivel de esta sustancia en el organismo).

Ramírez cumplió su suspención sin realizar ningún tipo de declaraciones y regresó a la actividad los primeros días de junio.

Fuga de nombres
Apenas 12 días después de que Sammy Sosa (uno de los principales protagonistas de la locura jonronera de 1998) anunciara su retiro oficial como jugador de Grandes Ligas (luego de que en 2006 no encontrara acomodo en ningún equipo, en 2007 jugara sólo a tiempo parcial con los Texas Rangers y que en 2008 y 2009 tampoco tuviera ofertas), el New York Times reveló que el jonronero nativo de San Pedro de Macoris, República Dominicana, también estaba en la funesta lista de 2003.

La nota del Times se publicó el martes 16 de junio, Sosa había anunciado su retiro el 4 de ese mismo mes.

Las fuentes del periódico neoyorkino, fueron, nuevamente, "abogados con acceso a la lista".

Varios jugadores de Grandes Ligas y especialistas de beisbol se manifestaron a favor de publicar la lista completa y superar de una vez por todas las especulaciones. La Unión de Jugadores y MLB sólo dijeron que el acuerdo, desde el inicio, fue que la lista fuera confidencial (lo que muchos entendieron como una acusación tácita de que era el gobierno el que estaba filtrando los nombres [la lista se encuentra en la Corte de Apelaciones de California]).

El jueves 30 de julio, otro nuevo episodio: de nueva cuenta "abogados con conocimiento de la lista" revelaron a reporteros del New York Times, que los nombres de los dominicanos David Ortíz y Manny Ramírez también estaban en la lista.

La noticia sacudió hasta los cimientos a la Red Sox Nation y puso en duda los campeonatos conseguidos por la organización bostoniana en las Series Mundiales de 2004 y 2007 (en las que participaron ambos peloteros con el uniforme de los Red Sox).

Ramírez se limitó a decir que no haría ningún comentario y le dijo a los reporteros que se comunicaran con la Unión de Jugadores. Por su parte, Ortíz (quien nunca antes había sido relacionado con esteroides) dijo que se había enterado de que había dado positivo en el examen de 2003 ese mismo día y prometió indagar en la Unión de Jugadores para luego dar a conocer todo lo relacionado con el caso.

"Me conduciré en esto como siempre me he conducido en mi vida. Buscaré la información y se las diré, no voy a buscar excusas", dijo Ortíz en una conferencia de prensa ese mismo día.

Apenas dos días después, un reportaje realizado por reporteros del Boston Globe y de la revista Spotlight reveló que en septiembre de 2008, dos empleadosde seguridad de los Red Sox (Alex Cyr y Jared Remy) fueron despedidos por estar vinculados con esteriodes.

Cyr fue detenido en agosto de 2008 cuando se encontraba dormido al volante de su carro en una calle de Boston y los oficiales de policía encontraron en su carro una botella de Anadrol (uno de los esteriodes más potentes que se conocen). Al preguntarle sobre su procedencia, Cyr dijo que Remy (quien es hijo del cronista de los Red Sox Jerry Remy) se los había dado. Remy negó la acusación y aceptó ser consumidor de esteroides.

Oficiales de los Red Sox y de MLB dirigieron investigaciones privadas (que culminaron con los despidos), cuyo objetivo era determinar si ambos hombres habían subministrado esteroides a algún jugador del equipo. Cosa que ambos negaron.

(Digamos que hasta aquí el recuento de los hechos, para la siguiente [ya no digo que mañana] el contexto más allá el beisbol y algunas reflexiones de expertos).

jueves, 30 de julio de 2009

Cuando éramos pobres y felices I

-Beisbol, esteroides y cuentos de hadas musculosas

Juan Carlos Plata

Interrumpimos la "gustada" (¡aplausos!) serie de Beisbol en palabras (que ahora que lo pienso es un buen nombre para un blog sobre beisbol, je) para escribir tal vez un par (tal vez más) de textos sobre el escándalo de los esteroides en las Ligas Mayores.

El tema es complejo y, sobre todo, con muchos detalles. No se trata de un recuento cronológico, ni de un reportaje, si acaso sólo se recuperará información a la mano y se sacarán un par de conclusiones a partir de opiniones de algunos conocedores, se citarán las fuentes cuando sean necesarias.

Aquí va, pues:

Dicen mis amigos Jorge Haces y Edgar Onofre que hubo un tiempo en el que éramos pobres y felices.

Luego de que el jueves 30 de julio de 2009 el New York Times revelara que David Ortiz y Manny Ramírez se encuentran entre los 104 peloteros que dieron positivo en un examen antidoping en 2003 y unen sus nombres a los de Alex Rodríguez y Sammy Sosa, el beisbol debe pensar algo parecido: hubo un tiempo en el que los jugadores eran pobres y los fanáticos felices. Esos días se han terminado.

La delirante carrera entre Mark McGwire y Sammy Sosa para ver quién rompía el récord de más jonrones en una sola temporada dejó, en efecto un nuevo récord (McGwire alcanzó la grosera cifra de 70 y Sosa se quedó en 66, el récord que Roger Maris impusiera en 1961, era de 61) y una estela de dudas.

Una vez terminada la algarabía, algunos periodistas y fanáticos volvieron a mirar de cerca los gigantescos biceps de los jonroneros y el sustancial incremento del número de jonrones por parte de una élite de jugadores en los últimos años (desde finales de los años 80). Esas duda han sido ampiamente documentadas desde ese entonces a la fecha. El hallazgo de un frasco de una sustancia llamada androstenediona (usada para incrementar la masa corporal) en el locker de McGwire en ese año, sólo ayudó a incrementar los comentarios.

En 2001, Barry Bonds (otro super estrella cuyo cuerpo sufrió una gran transformación durante su paso por las mayores) hizo pedazos el record impuesto por McGwire con 73 cuadrangulares (cuando nunca en su carrera había alcanzado siquiera 50 jonrones por año), esta vez el tema no sólo fue murmurado por unos cuantos, fue tema de ocho columnas por semanas en las cadenas deportivas de televisión. Los esteroides se conviertieron en tema común.

El escándalo BALCO
En 2003, los periodistas Lance Williams y Mark Fainaru-Wada del periódico San Francisco Chronicle publicaron un amplio reportaje en el que se daba cuenta de que la empresa Bay Area Laboratory Co.Operative (BALCO) producía y distribuía entre varios deportistas de alto rendimiento una sustancia llamada tetrahydrogestrinona (conocida como The clear), un, hasta entonces, indetectable esteroide para mejorar rendimiento físico.

La lista de clientes de BALCO incluía jugadores de la NFL, atletas olímpicos (como la multimedallista Merion Jones) y los jugadores de beisbol Barry Bonds, Jason Giambi, Gary Sheffield, Benito Santiago, Jeremy Giambi, Bobby Estalella y Armando Rios. El proceso judicial continúa a la fecha (Victor Conte, el dueño de BALCO, fue declarado culpable de distribución de esteroides y sentenciado a la fabulosa cifra de 4 meses de cárcel y 4 más de arrresto domiciliario).

Los reportajes de Lance Williams y Mark Fainaru-Wada dieron origen al libro "Juego de sombras" y sus autores recibieron en 2005 un premio de periodismo por sus trabajos relacionados con este caso.

MLB y las pruebas secretas
Luego del escándalo de BALCO, el comisionado de las Ligas Mayores, Bud Selig, inició una campaña para implementar una política de uso de esteroides más estricta (anteriormente sólo se tenía una lista de sustancias prohibidas creada en 1995 por el entonces comisionado Fy Vincent, pero no había un programa de exámenes antidoping). La primera acción que la liga realizó, de manera conjunta con los Unión de Jugadores, fue aplicar un examen antidoping a mil 194 jugadores, para determinar qué tan extendido era el uso de sustancias prohibidas.

Los resultados de los exámenes serían confidenciales, sólo se le comunicarían a los implicados y las listas se destruirían, de acuerdo al convenio.

Luego de los análisis de las muestras, MLB determinó implementar exámenes al azar de manera rutinaria durante la temporada y sancionar a los infractores. Lo que para muchos fue una aceptación tácita de que el problema era más grave de lo que se creía.

El 27 de diciembre de 2006, una corte federal ordena a MLB y a la Unión de Jugadores entregar la lista con los nombres de los 104 jugadores que dieron positivo en esta prueba, alegando que podrían ser usados por investigadores judiciales que perseguían delitos como venta, distribución, posesión y consumo de sustancias controladas por las leyes de Estados Unidos.

El libro de José Canseco
En febrero de 2005, The New York Daily News reporta que José Canseco en su libro Juiced (Intoxicado), asegura que él usó, que personalmente inyectó a Mark McGwire y que introdujo a varios otros peloteros en el uso de esteroides.

El mundo del beisbol se deshace en críticas contra el ex jonronero de los Oakland Athletics, de quien en 1988 el articulista del Washintong Post Thomas Boswell había dicho que era "el más conspicuo ejemplo de jugador que se había hecho grande a si mismo por el uso de esteroides".

Interviene el Congreso
En marzo de 2005 el tema rebasa el mundo el beisbol y se vuelve un escándalo nacional en Estados Unidos y el juego es la burla de todo mundo.

En medio de este ambiente, el Congreso de Estados Unidos creó una comisión especial para investigar el asunto y llamó a testificar a prominentes jugadores: Bonds, McGwire, Sosa y Rafael Palmeiro, entre ellos.

Bonds negó haber usado esteroides (lo que le costaría luego, junto con su testimonio falso en el juicio contra BALCO, un juicio propio por perjurio ); McGwire, ya retirado para entonces, dijo que no quería hablar del pasado; Sosa dijo que no hablaba inglés; y Rafael Palmeiro dijo: Nunca he usado esteroides, punto. (Meses después fue suspendido por uso estanozolol). Un penoso circo.

De 2004 a 2007, los castigos vienen en cascada: Alex Sanchez, Matt Lawton, Rafael Palmeiro, Guillermo Mota, Neifi Perez, Mike Cameron, Dan Serafini, Juan Salas, José Guillén, Jay Gibbons, entre muchos otros peloteros de Grandes Ligas y quizá cientos de Ligas Menores, son suspendidos entre 15 y 80 juegos.

El Reporte Mitchell
El 30 de marzo de 2006, Bud Selig encarga al ex senador George Mitchell una investigación, patrocinada por MLB.

El reporte final de 409 páginas, para cuya elaboración la comisión entrevistó a cerca de 700 personas (entre ejecutivos de equipos, managers, coaches, médicos de equipos, entrenadores personales y masajistas), contactó a más de 500 ex jugadores (de los cuales sólo 68 aceptaron ser entrevistados), y revisó más de 115 mil páginas de documentos y más de 2 mil documentos electrónicos entregados por los equipos, fue dado a conocer el 13 de diciembre de 2007.

Los resultados de la investigación fueron los esperados: la cultura de uso de esteroides entre jugadores de MLB estaba totalmente extendida, los usuarios de esteroides eran plenamente concientes de que lo hacían para buscar ventajas frente a los demás jugadores y todo el beisbol (dueños, ejecutivos, managers, entrenadores y jugadores) eran responsables.

Lo que nadie esperaba era que el documento incluyera una lista de 89 jugadores vinculados con el uso de esteroides, armada principalmente a partir de las declaraciones de dos personajes: Kirk Radomski y Brian McNamee.

Radomski fue batboy y empleado del vestidor de los New York Mets y de acuerdo a sus testimonios (a los cuales fue obligado por el juez Scott Schools), durante años distribuyó diversas sustancias prohibidas (hormonas de crecimiento humano [HGH, por sus siglas en inglés], toda clase de esteriodes y anfetaminas) entre jugadores de toda la liga. Luego de sus declaraciones enfrentó cargos por distribución de sustancias controladas, lavado de dinero, cuya pena alcazarían los 30 años de prisión, le fue concedido un amparo por su cooperación en el Reporte Mitchell.

McNamee era un entrenador personal (habia estado en la nómina de los Toronto Blue Jays y los New York Yankees como entrenador personal de Roger Clemens) entre cuyos clientes se encontraban Andy Pettitte, Chuck Knoblauch y el propio Clemens. Según el reporte, ayudó a varios de sus clientes a conseguir esteroides, HGH y anfetaminas, varias ocasiones a través de Radomski. McNamee declaró haber inyectado a Roger Clemens por primera vez en 1998 y que le subministró sustancias controladas hasta 2001.

Clemens negó las acusaciones y demandó a McNamee, quien entregó al juez jeringas usadas por él para inyectar HGH a Clemens (las jeringas fueron analizadas por las autoridades y en ellas se encontraron efectivamente restos de HGH y ADN de Clemens. Se espera que el pitcher, al concluir el juicio contra MaNamee, enfrente su pripio juicio por perjurio).

Algunos nombres mencionados en el Reporte Mitchell

El reporte clasificó a los consumidores de esteriodes en cinco categorías:

Los involucrados en caso BALCO:
Barry Bonds, Jason y Jeremy Giambi, Gary Sheffield, entre otros.

Los clientes de Radomski:
Kevin Brown, Roger Clemens, Lenny Dykstra, Brendan Donelly, Eric Gagné, Jerry Hairston Jr., David Justice, Chuck Knoblauch, Paul LoDuca, Andy Pettite, Brian Roberts, Ron Villone, Mike Stanton, Miguel Tejada, Mo Vaughn, Rondell White, entre otros.

Los clientes de Signature Pharmacy (farmacia con servicio on line que facturó y envió esteroides y HGH a varios jugadores):
Rick Ankiel, Paul Byrd, José Canseco, Troy Glaus, José Guillén, Gary Matthews Jr., John Rocker, Ismael Valdez, Matt Williams, entre otros.

Los que aceptaron consumo de esteriodes en entrevistas con la comisión:
Daniel Naulty y Wally Joyner

Y una lista de siete nombres irrelevantes que fueron sumados por tenerse datos (como reportes policiacos y juicios civiles), que los vinculaban con sustancias prohibidas.

(Wikipedia en inglés tiene un muy artículo muy completo sobre el Reporte Mitchell y la lista completa de los nombres mencionados en él, con todo y las sustancias que presumiblemente consumieron).

Mañana la Parte II