lunes, 28 de mayo de 2012

Jugando a cachar

Pequeña historia de beisbol, twitter y buenas noticias (en estos tiempos tan escazas)


Juan Carlos Plata

Martes 10 de abril de 2012. Denver, Colorado.
Los Colorado Rockies gozan de uno de esos raros regalos del calendario de partidos de las Grandes Ligas: un día de descanso en medio de una serie, y en casa. Habían jugado (y perdido) contra los San Francisco Giants el día anterior y los volverían a enfrentar al día siguiente.

La mayor parte de los jugadores de los Rockies aprovecharon para quedarse en casa y ver a sus familias, pero no Jeremy Guthrie –veterano de 9 temporadas, 3 con los Cleveland Indians, 5 con los Baltimore Orioles y en su primera con los Rockies-.

Guthrie había lanzado el 6 de abril contra los Astros en Houston –ganó el juego 5 carreras a 3, con 7 entradas de labor, 103 lanzamientos, 4 hits, 1 ponche y 3 bases por bolas-, lanzaría al día siguiente y necesitaba soltar el brazo.

Regularmente hubiera escogido a un compañero de campo o a un catcher del bullpen, pero ese día la mayoría estaba en casa y los que estaban en el Coors Field tenían también asignaciones especiales.

Ante la falta de personal, Guthrie tomó su Blackberry y le preguntó a sus más de 34 mil seguidores de Twitter:

¿Alguien que esté en su descanso para comer y que pueda venir a cachar conmigo? #Día Libre #Compañero de lanzamientos.

Woody Roseland tiene 21 años y le acaban de dar muy buenas noticias: después de pasar los últimos dos años y medio en tratamiento de quimioterapia por un cáncer que se extendió de su rodilla y pantorrilla a sus pulmones (y que provocó que le amputaran la pierna izquierda), esa mañana la enfermera le dijo: “Estas bien. Ya no necesitas vernos de nuevo”.

Woody llegó a su casa, se preparó un sandwich, pendió su laptop para checar su cuenta de Twitter y se encontró con la convocatoria de Jeremy Guthrie.

Respondió apenas dos minutos después del mensaje inicial:

Mi hombre. Estoy en el centro de la ciudad y tengo mi guante. Hagámoslo.

Y el intercambio siguió:

Guthrie: Ok, es en serio. ¿En cuánto tiempo puedes estar aquí?
Woody: Como en 15 minutos

Tomó su guante y su gorra de los Rockies y salió corriendo del departamento. Bajó a la calle, detuvo un taxi y con el corazón brincándole en el pecho le dijo al taxista:

-¡Al Coors Field, por favor!

-No –le respondió el taxista-. No hay juego hoy.

-¡No me importa, lléveme al Coors, por favor!

Rick Reilly, reportero de ESPN, en su nota Woody y Guthrie juegan a lanzar, publicada el 24 de abril, cuenta lo que pasó después:

Una vez ahí, Woody trataba de figurarse como llegar al clubhouse para encontrarse con Guthrie. “No es que tengan un letrero que diga: ‘Chavos que vengan a jugar a lanzar con los jugadores, toquen el timbre,’” dijo Woody.


Pero los guardias de seguridad tienden a confiar en chavos con una prótesis que traen un guate de beisbol, así fue como Guthrie acabó topándose con Woody en el pasillo del clubhouse.


Guthrie se quedó sin palabras. Su primera impresión fue: Ok, perdió una pierna, parece que no tiene mucho cabello debajo de la gorra. Debe ser un soldado.


Finalmente, Guthrie preguntó: “¿Qué le pasó a tu pierna?” 


“Oh”, dijo Woody, como si fuera cualquier cosa. “La perdí por cáncer. Me dio cuando tenía 16”. 


“Fue como…Guau! De manera mágica, así es como las cartas fueron repartidas hoy. Cool!”, diría después Guthrie.


Se llevó a Woody al jardín derecho del Coors Field, lo puso contra la barda (en caso de que las pelotas fueran por encima de su cabeza), caminó 90 pies y empezó a lanzar.


“No lo hizo mal” recuerda Guthrie, lo cual está bastante bien tomando en cuenta que la última vez que Woody lanzó una pelota de beisbol tenía dos piernas.


“No lo podía creer,” dijo Woody. “Ahí estaba yo y ahí estaba un pitcher de Grandes Ligas tratando de enseñarme cómo lanzar un slider”.


Después, Guthrie le lanzó una práctica de bateo. (“Yo lancé mal, el bateó mal”, dijo Guthrie.) Luego una visita al montículo, luego al cuarto de video a analizar cómo Guthrie pondría fuera a los bateadores de San Francisco al día siguiente (no muy bien…fue retirado del montículo en la cuarta entrada) y luego más risas y plática en el locker room.


En otras palabras, Twitter, Jeremy Guthrie y una enfermera de quimioterapia le dieron a Woody Roseland el más grandioso día en una vida que había estado un tanto escaza de ellos.

Luego del episodio Woody vio un partido de los Rockies en una suite con la esposa de Guthrie; viajó a Florida invitado a un torneo de golf por la fundación del hasta entonces quarterback de los Broncos, Tim Tebow; un participante de American idol se enteró que Woody escribió un rap y lo invitó a hacer un video.

La nota del señor Reilly nos da la conclusión del pitcher de Grandes Ligas:

“Yo quería hacerle el día a un aficionado,” dijo Guthrie, “y en lugar de ello él me hizo el mío. No sólo conocí a un aficionado, hice a un amigo para toda la vida”.





sábado, 26 de mayo de 2012

El pacto de Rich Thompson

Luego de la historia de John Lindsey, les presentamos el largo viaje de Rich Thompson para llegar a las Grandes Ligas, Johnette Howard es el autor y fue publicada en ESPN.com el pasado 24 de mayo. Que la disfruten. 

Johnette Howard 

La pregunta que todo mundo quiere hacerle a Rich Thompson es cómo se las arregló para hacer esto. Y la manera más simple que él tiene de explicarlo es que durante estos 13 años hizo un pacto privado con el beisbol: No dejaría ir al juego hasta que el juego lo dejara ir a él primero. “Alguien de la oficina de algún equipo tendrá que decirme que es tiempo de irme a casa”, asegura. De otra manera, “no me iré a casa por mi propia voluntad”.

Ese fue el acuerdo al que Thompson y su esposa, Teresa, llegaron y luego mantuvieron, incluso después de que llegó el primero, y luego el segundo y luego el tercero de sus hijos, e incluso después de la familia se estableció en Tampa hace siete años. Empezando en el año 2000, Thompson brincó de organización en organización, de los Blue Jays a los Pirates a los Padres a los Royals y de regreso a los Pirates, después al oeste con los Diamondbacks y de regreso al este con los Red Sox, quienes fueron los primeros en dejarlo en libertad en 2008.

Fue un golpe duro. Tenía 29 años. Era tarde en el Spring training. Su teléfono no sonó durante semanas.

“En ese tiempo pensé: ‘Esto debe ser todo’”, admite.

Pero finalmente llegó una llamada de los Lehigh Valley Iron Pigs, la sucursal de Triple A de los Philadelphia Pillies que jugaba cerca del lugar de nacimiento de Thompson, Reading, Pennsylvania. Y por los siguientes cinco años el patrón familiar de su carrera volvió a establecerse. Otros jugadores vinieron, otros jugadores se fueron. Otros jugadores fueron llamados a las Ligas Mayores antes que Thompson, incluso cuando el jardinero de 6 pies 3 pulgadas de altura y 195 libras de peso tuvo buenas temporadas. Robó 48 bases en 2011 a la edad de 32 años y pensó que finalmente se había ganado una oportunidad con los Phillies. No fue así. Incluso durante la expansión de los rosters en septiembre, el llamado no llegó.

En todos sus años previos en el beisbol profesional, la única probadita de Thompson en las Grandes Ligas seguía siendo una breve estancia con los Royals al inicio de la temporada de 2004, en la que participó en seis juegos, casi siempre como corredor emergente o remplazo defensivo y un solo turno al bat. Eso fue todo.

Mr. Thompson luego de su primer hit en Grandes Ligas

No es de sorprenderse que él recuerde absolutamente todo de ese turno al bat. Los Royal iban ganando 15 carreras a 5, en una fría noche de abril en Cleveland. Los Indians, que ya no querían quemar a otro pitcher, enviaron al montículo al catcher Tim Laker. Thompson recuerda haber pensado mientras tomaba un bat: “Ser ponchado por un catcher suplente en tu primer turno al bat en Grandes Ligas no es algo que quiera contar por el resto de mi vida”. Entonces hizo swing al primer lanzamiento y conectó una rola justo por en medio del cuadro que parecía tener una oportunidad –hasta que Omar Vizquel corrió a su izquierda, levantó la bola y convirtió un doble play.

“Irritante”, dice Thompson.

Y eso fue todo. Fue enviado de regreso a Triple A dos días después.

Jugó en 1,022 juegos de ligas menores más.

Tomó 3,250 turnos al bat en ligas menores.

Por los últimos ocho años -2,950 días- ese turno al bat de un lanzamiento fue técnicamente “todo” lo que Thompson tuvo.

Pero ni Thompson ni su esposa lo vieron de esa manera. “Siempre he sido capaz de mantener a mi familia jugando beisbol”, dice él. ¿Acaso no hay algo de honor en ello? Había estado en Lehigh Valley mucho tiempo y se había convertido en una especie de héroe local por su trabajo comunitario y por lo que hacía en el campo. Incluso el equipo mandó a hacer su propio muñeco booblehead este año. “Eso fue agradable”, dice con una carcajada.

En Lehigh Valley Thompson jugó para Ryne Samdberg, el segunda base miembro del Salón de la Fama que en su ceremonia de inducción dio uno de los más grandiosos discursos sobre el amor hacia el juego.

Si alguien podría entender por qué Rich Thompson sigue jugando en ligas menores a sus 33 años, ese sería Sandberg, ¿correcto? El permanente jugador de ligas menores y la gran estrella, compartiendo el dugout, esperando una llamada, entendiendo como el beisbol puede adueñarse de tu alma y no irse nunca.

Imagen de la transmisión de televisión que hace notar sus 13 años en ligas menores

Es por esto que Sandberg asegura haber sentido tanto placer al hacer una llamada telefónica a Thompson la mañana del 16 de marzo, mientras Thompson se dirigía a una escuela local para leerle cuentos a los niños –algo que Thompson, hijo de un misionero, hacía con frecuencia.

A pesar de que su promedio de bateo era de .307, su voz perecía un poco tensa cuando contestó el teléfono y dijo con cautela: “Hey, Ryno, ¿qué hay?”. Después de intercambiar cortesías. “Buen juego anoche”, empezó Sandberg. “¿Para eso me llamaste?”, preguntó Thompson aún con recelo. “No, tengo noticias para ti”, dijo Sandberg, y Thompson no tenía idea de lo que podía ser.

“Soy un tipo que ha sido puesto en la lista de lesionados antes, me han enviado a Doble A para qué otro chico pueda jugar en Triple A”, explica. “Entonces cuando la gente me pregunta: ‘¿Cómo es que has perseverado todo este tiempo?’ Lo que no entienden es que durante todo este tiempo he sido afortunado por tener un trabajo, punto. Es muy difícil mantener un trabajo en el beisbol.

“Entonces, cuando Ryo me dijo: ‘Has sido transferido a los Tampa Bay Rays’ de inmediato pensé: ‘¿En serio? ¿Qué va a pasar conmigo ahora? Tengo que irme a Durham (1) de alguna manera…por lo menos se supone que es un buen lugar para jugar…’

“Pero entonces Ryno añadió: ‘Y la mejor noticia es que te llamaron a las Grandes Ligas de inmediato’ y bueno, quiero decir…de pronto tuve todas esas emociones abrumadoras”.

“Fue una de las mejores llamadas que haya hecho en mi vida”, dice Sandberg con una carcajada. “Podría escuchar las lágrimas de alegría del otro lado de la línea. Y Rich sólo decía: ‘¡Gracias, Ryno! ¡Gracias, Ryno!’ Finalmente le estaba sucediendo a él algo de lo que siempre hablamos en el beisbol: Finalmente él fue la persona correcta, que estuvo en el lugar correcto, en el momento correcto”.

Las siguientes siete horas fueron borrosas para Thompson. Colgó con su manager y llamó inmediatamente a su esposa, que también iba manejando su carro en Tampa, ella gritó “¡¡¡ESTAS BROMEANDO!!!” cuando le contó las noticias y después también se puso a llorar.

Celebrando su primera semana en Grandes Ligas anotando la carrera del gane contra Toronto

El principal activo de Thompson –“mi herramienta plus para Grandes Ligas” como él le dice- es su velocidad. Y lo demostró. Empacó como loco y tomó el vuelo de la 1:45 de la tarde a Tampa. Teresa y los niños lo esperaron en el aeropuerto, se montaron en la minivan de la familia y siguieron a la camioneta que los Rays enviaron para llevar a Rich al estadio.

Llovía a cantaros y Thompson dice: “Pensaba que era una bendición que el equipo jugara en estadio techado, porque conocía a tipos que eran llamados a Grandes Ligas, ese día llovía y eran enviados de regreso a las menores y nunca más regresaban”.

El partido iba ya en la segunda entrada cuando Thompson llegó al Tropicana Field. Pero el manager de los Rays, Joe Maddon lo metió al juego como corredor emergente cuando todavía tenía los pies mojados por la lluvia.

Al día siguiente, el line up no estaba listo cuando Thompson fue a hacer estiramientos antes del juego. Entonces alguien le dijo que él iba a iniciar en el jardín izquierdo, ahora admite con una sonrisa que pensó: “‘Bueno, eso no puede ser cierto, vamos contra un pitcher zurdo, yo bateo a la zurda’. Simplemente no lo creí”.

Tenía que creerlo. Verá usted, Maddon es otro hombre que entiende como el beisbol puede apoderarse de tu alma y nunca dejarte ir. En efecto le estaba dando a Thompson su primer inicio y batearía en el noveno puesto.

Maddon pasó 19 años en las menores antes de que los Angels le dieran su primer chance en Grandes Ligas como coach y ahora es considerado como uno de los tres mejores managers del beisbol. Y además conocía la historia de Thompson.

Luego de que Thompson se ponchara en cuatro lanzamientos en su primer turno al bat –“Estaba nervioso. Mi bat nunca se movió de mi hombro izquierdo y me dije a mi mismo que tenía que hacer algo mejor que eso”, recuerda- su segundo turno, frente al pitcher de los Red Sox Felix Doubront, fue algo digno de verse. Trece años después de que Thompson se convirtiera en profesional y ocho años desde que le hizo swing a la primera pichada de su primer turno al bat en Grandes Ligas, conectó otra rola justo por el medio…

…esta vez finalmente sucedió.

Viviendo la vida de Grandes Ligas

La pelota se escabulló por debajo del guante de Dustin Pedroia y se fue de hit al jardín central.

Y además impulsó una carrera.

“Fue…surreal”, asegura Thompson.

“Por ocho años él fue Moonlight Graham”, le dijo Maddon a los reporteros después del juego, refiriéndose al personaje de la película Field of dreams (2). “Ahora pegó un hit y se convirtió en Rich Thompson”.

Ese sencillo productor lo hizo el jugador de mayor edad en la Liga Americana en registrar su primer hit, desde Minnie Mendoza, en 1970. Además, lo liberó de ser el único jugador –no picher- desde 1947 que con un único turno al bat registró dos outs.

Thompson asegura haber estado demasiado preocupado de perder una seña del coach de tercera luego de alcanzar la base, que no se dio cuenta de que la multitud lo ovacionó de pie porque los fanáticos estaban al tanto de su historia o de que todos sus compañeros se agolparon a la entrada del dugout para alentarlo, especialmente después de que se robó la segunda base…y luego la tercera.

“Una de las cosas más especiales fue que sentí que realmente había contribuido con el equipo”, asegura.

Bienvenido al Show.

Los Rays negociaron por Thompson porque tienen a tres de sus jardineros en la lista de lesionados. Él no tiene idea de cuánto tiempo pueda durar este llamado. Una semana después de su debut en Grades Ligas, Thompson inició nuevamente en el jardín izquierdo y no tuvo suerte en cuatro turnos al bat contra Toronto. Pero fue golpeado por un lanzamiento de Darren Oliver en la entrada 11 y anotó desde primera con un doble de B.J. Upton para darle a los Rays la victoria 5 carreras a 4.

Luego de 13 años, el pacto de Thompson con el beisbol sigue intacto.

Miren quién es finalmente un jugador de ligas mayores.

Miren a quien todavía nadie de la oficina le ha dicho que tiene que irse a casa.

(1) Durham, Carolina del Norte, casa de los Bulls de Durham, sucursal Triple A de los Tampa Bay Rays. Célebres por ser el equipo de los protagonistas de la película Bull Durham –Kevin Costner, Tim Robbins y Susan Sarandon-, una de las más celebradas películas sobre beisbol de la historia.
(2) Moonlight Graham, en la película Field of dreams es el fantasma de un doctor que de joven jugó beisbol y nunca tuvo un turno al bat en Grandes Ligas y al que el protagonista, Ray Kinsela –Kevin Costner- lleva al campo de los sueños para que lo consiga.