-Beisbol, esteroides y cuentos de hadas musculosas
Juan Carlos Plata
Interrumpimos la "gustada" (¡aplausos!) serie de Beisbol en palabras (que ahora que lo pienso es un buen nombre para un blog sobre beisbol, je) para escribir tal vez un par (tal vez más) de textos sobre el escándalo de los esteroides en las Ligas Mayores.
El tema es complejo y, sobre todo, con muchos detalles. No se trata de un recuento cronológico, ni de un reportaje, si acaso sólo se recuperará información a la mano y se sacarán un par de conclusiones a partir de opiniones de algunos conocedores, se citarán las fuentes cuando sean necesarias.
Aquí va, pues:
Dicen mis amigos Jorge Haces y Edgar Onofre que hubo un tiempo en el que éramos pobres y felices.
Luego de que el jueves 30 de julio de 2009 el New York Times revelara que David Ortiz y Manny Ramírez se encuentran entre los 104 peloteros que dieron positivo en un examen antidoping en 2003 y unen sus nombres a los de Alex Rodríguez y Sammy Sosa, el beisbol debe pensar algo parecido: hubo un tiempo en el que los jugadores eran pobres y los fanáticos felices. Esos días se han terminado.
La delirante carrera entre Mark McGwire y Sammy Sosa para ver quién rompía el récord de más jonrones en una sola temporada dejó, en efecto un nuevo récord (McGwire alcanzó la grosera cifra de 70 y Sosa se quedó en 66, el récord que Roger Maris impusiera en 1961, era de 61) y una estela de dudas.
Una vez terminada la algarabía, algunos periodistas y fanáticos volvieron a mirar de cerca los gigantescos biceps de los jonroneros y el sustancial incremento del número de jonrones por parte de una élite de jugadores en los últimos años (desde finales de los años 80). Esas duda han sido ampiamente documentadas desde ese entonces a la fecha. El hallazgo de un frasco de una sustancia llamada androstenediona (usada para incrementar la masa corporal) en el locker de McGwire en ese año, sólo ayudó a incrementar los comentarios.
En 2001, Barry Bonds (otro super estrella cuyo cuerpo sufrió una gran transformación durante su paso por las mayores) hizo pedazos el record impuesto por McGwire con 73 cuadrangulares (cuando nunca en su carrera había alcanzado siquiera 50 jonrones por año), esta vez el tema no sólo fue murmurado por unos cuantos, fue tema de ocho columnas por semanas en las cadenas deportivas de televisión. Los esteroides se conviertieron en tema común.
El escándalo BALCO
En 2003, los periodistas Lance Williams y Mark Fainaru-Wada del periódico San Francisco Chronicle publicaron un amplio reportaje en el que se daba cuenta de que la empresa Bay Area Laboratory Co.Operative (BALCO) producía y distribuía entre varios deportistas de alto rendimiento una sustancia llamada tetrahydrogestrinona (conocida como The clear), un, hasta entonces, indetectable esteroide para mejorar rendimiento físico.
La lista de clientes de BALCO incluía jugadores de la NFL, atletas olímpicos (como la multimedallista Merion Jones) y los jugadores de beisbol Barry Bonds, Jason Giambi, Gary Sheffield, Benito Santiago, Jeremy Giambi, Bobby Estalella y Armando Rios. El proceso judicial continúa a la fecha (Victor Conte, el dueño de BALCO, fue declarado culpable de distribución de esteroides y sentenciado a la fabulosa cifra de 4 meses de cárcel y 4 más de arrresto domiciliario).
Los reportajes de Lance Williams y Mark Fainaru-Wada dieron origen al libro "Juego de sombras" y sus autores recibieron en 2005 un premio de periodismo por sus trabajos relacionados con este caso.
MLB y las pruebas secretas
Luego del escándalo de BALCO, el comisionado de las Ligas Mayores, Bud Selig, inició una campaña para implementar una política de uso de esteroides más estricta (anteriormente sólo se tenía una lista de sustancias prohibidas creada en 1995 por el entonces comisionado Fy Vincent, pero no había un programa de exámenes antidoping). La primera acción que la liga realizó, de manera conjunta con los Unión de Jugadores, fue aplicar un examen antidoping a mil 194 jugadores, para determinar qué tan extendido era el uso de sustancias prohibidas.
Los resultados de los exámenes serían confidenciales, sólo se le comunicarían a los implicados y las listas se destruirían, de acuerdo al convenio.
Luego de los análisis de las muestras, MLB determinó implementar exámenes al azar de manera rutinaria durante la temporada y sancionar a los infractores. Lo que para muchos fue una aceptación tácita de que el problema era más grave de lo que se creía.
El 27 de diciembre de 2006, una corte federal ordena a MLB y a la Unión de Jugadores entregar la lista con los nombres de los 104 jugadores que dieron positivo en esta prueba, alegando que podrían ser usados por investigadores judiciales que perseguían delitos como venta, distribución, posesión y consumo de sustancias controladas por las leyes de Estados Unidos.
El libro de José Canseco
En febrero de 2005, The New York Daily News reporta que José Canseco en su libro Juiced (Intoxicado), asegura que él usó, que personalmente inyectó a Mark McGwire y que introdujo a varios otros peloteros en el uso de esteroides.
El mundo del beisbol se deshace en críticas contra el ex jonronero de los Oakland Athletics, de quien en 1988 el articulista del Washintong Post Thomas Boswell había dicho que era "el más conspicuo ejemplo de jugador que se había hecho grande a si mismo por el uso de esteroides".
Interviene el Congreso
En marzo de 2005 el tema rebasa el mundo el beisbol y se vuelve un escándalo nacional en Estados Unidos y el juego es la burla de todo mundo.
En medio de este ambiente, el Congreso de Estados Unidos creó una comisión especial para investigar el asunto y llamó a testificar a prominentes jugadores: Bonds, McGwire, Sosa y Rafael Palmeiro, entre ellos.
Bonds negó haber usado esteroides (lo que le costaría luego, junto con su testimonio falso en el juicio contra BALCO, un juicio propio por perjurio ); McGwire, ya retirado para entonces, dijo que no quería hablar del pasado; Sosa dijo que no hablaba inglés; y Rafael Palmeiro dijo: Nunca he usado esteroides, punto. (Meses después fue suspendido por uso estanozolol). Un penoso circo.
De 2004 a 2007, los castigos vienen en cascada: Alex Sanchez, Matt Lawton, Rafael Palmeiro, Guillermo Mota, Neifi Perez, Mike Cameron, Dan Serafini, Juan Salas, José Guillén, Jay Gibbons, entre muchos otros peloteros de Grandes Ligas y quizá cientos de Ligas Menores, son suspendidos entre 15 y 80 juegos.
El Reporte Mitchell
El 30 de marzo de 2006, Bud Selig encarga al ex senador George Mitchell una investigación, patrocinada por MLB.
El reporte final de 409 páginas, para cuya elaboración la comisión entrevistó a cerca de 700 personas (entre ejecutivos de equipos, managers, coaches, médicos de equipos, entrenadores personales y masajistas), contactó a más de 500 ex jugadores (de los cuales sólo 68 aceptaron ser entrevistados), y revisó más de 115 mil páginas de documentos y más de 2 mil documentos electrónicos entregados por los equipos, fue dado a conocer el 13 de diciembre de 2007.
Los resultados de la investigación fueron los esperados: la cultura de uso de esteroides entre jugadores de MLB estaba totalmente extendida, los usuarios de esteroides eran plenamente concientes de que lo hacían para buscar ventajas frente a los demás jugadores y todo el beisbol (dueños, ejecutivos, managers, entrenadores y jugadores) eran responsables.
Lo que nadie esperaba era que el documento incluyera una lista de 89 jugadores vinculados con el uso de esteroides, armada principalmente a partir de las declaraciones de dos personajes: Kirk Radomski y Brian McNamee.
Radomski fue batboy y empleado del vestidor de los New York Mets y de acuerdo a sus testimonios (a los cuales fue obligado por el juez Scott Schools), durante años distribuyó diversas sustancias prohibidas (hormonas de crecimiento humano [HGH, por sus siglas en inglés], toda clase de esteriodes y anfetaminas) entre jugadores de toda la liga. Luego de sus declaraciones enfrentó cargos por distribución de sustancias controladas, lavado de dinero, cuya pena alcazarían los 30 años de prisión, le fue concedido un amparo por su cooperación en el Reporte Mitchell.
McNamee era un entrenador personal (habia estado en la nómina de los Toronto Blue Jays y los New York Yankees como entrenador personal de Roger Clemens) entre cuyos clientes se encontraban Andy Pettitte, Chuck Knoblauch y el propio Clemens. Según el reporte, ayudó a varios de sus clientes a conseguir esteroides, HGH y anfetaminas, varias ocasiones a través de Radomski. McNamee declaró haber inyectado a Roger Clemens por primera vez en 1998 y que le subministró sustancias controladas hasta 2001.
Clemens negó las acusaciones y demandó a McNamee, quien entregó al juez jeringas usadas por él para inyectar HGH a Clemens (las jeringas fueron analizadas por las autoridades y en ellas se encontraron efectivamente restos de HGH y ADN de Clemens. Se espera que el pitcher, al concluir el juicio contra MaNamee, enfrente su pripio juicio por perjurio).
Algunos nombres mencionados en el Reporte Mitchell
El reporte clasificó a los consumidores de esteriodes en cinco categorías:
Los involucrados en caso BALCO:
Barry Bonds, Jason y Jeremy Giambi, Gary Sheffield, entre otros.
Los clientes de Radomski:
Kevin Brown, Roger Clemens, Lenny Dykstra, Brendan Donelly, Eric Gagné, Jerry Hairston Jr., David Justice, Chuck Knoblauch, Paul LoDuca, Andy Pettite, Brian Roberts, Ron Villone, Mike Stanton, Miguel Tejada, Mo Vaughn, Rondell White, entre otros.
Los clientes de Signature Pharmacy (farmacia con servicio on line que facturó y envió esteroides y HGH a varios jugadores):
Rick Ankiel, Paul Byrd, José Canseco, Troy Glaus, José Guillén, Gary Matthews Jr., John Rocker, Ismael Valdez, Matt Williams, entre otros.
Los que aceptaron consumo de esteriodes en entrevistas con la comisión:
Daniel Naulty y Wally Joyner
Y una lista de siete nombres irrelevantes que fueron sumados por tenerse datos (como reportes policiacos y juicios civiles), que los vinculaban con sustancias prohibidas.
(Wikipedia en inglés tiene un muy artículo muy completo sobre el Reporte Mitchell y la lista completa de los nombres mencionados en él, con todo y las sustancias que presumiblemente consumieron).
Mañana la Parte II
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