Juan Carlos Plata
FV 34
Luego de darle poco apoyo ofensivo por lo menos en las dos temporadas anteriores, en 1986 los Dodgers respaldaron a Valenzuela para tener una temporada brillante.
Con su equipo anotando un promedio de 4.85 carreras por partido (hicieron cuatro carreras o más en 19 de sus 34 aperturas y en ningún juego se quedaron en blanco) Valenzuela alcanzó 20 victorias y perdió en 11 ocasiones.
Tuvo un promedio de carreras limpias admitidas de 3.14, lanzó 20 juegos completos (el máximo de su carrera), 269.1 entradas, con 3 blanqueadas; permitió 226 hits, 104 carreras (94 de ellas limpias), 18 jonrones; otorgó 85 bases por bolas y ponchó a 242 oponente (máximo cifra de su carrera, con un promedio de 8.1 por cada 9 entradas lanzadas).
Justo en la mitad de la temporada Valenzuela se dio tiempo de hacer historia en el Juego de Estrellas. El 15 de julio, en el Astrodome de Houston ponchó a cinco bateadores en fila, para igualar el récord que Carl Hubbell (también lanzador de screwball) impusiera en 1934 ponchando, ni más ni menos que, a Babe Ruth, Lou Gehrig, Jimmie Foxx, Al Simmons y Joe Cronin, todos ellos huéspedes del Salón de la Fama.
Valenzuela entró a lanzar en la cuarta entrada sustituyendo a Kevin Bass y ponchó a Don Mattingly, Cal Ripken y Jesse Barfield. Para la quinta entrada, ponchó a Lou Whitaker y a su compatriota Teodoro Higuera para igualar la marca; posteriormente retiró a Kirby Puckett con una rola al short stop.
Esta gran temporada fue razón suficiente para contender seriamente por el Cy Young, que finalmente fue para el abridor de los Houston Astros Mike Scott, quien acumuló un récord más modesto que el del mexicano, 18 ganados y 10 perdidos, pero lo superó en efectividad (2.22), blanqueadas (5), innings lanzados (275.1) y ponches (306).
Todo esto en una temporada en la que los Dodgers tuvieron un récord de 73 ganados y 89 perdidos y quedaron lejos de la postemporada.
Nuevamente Tony Castro retrata aspectos de la vida del pitcher mexicano en esos días:
“Valenzuela realiza el corto trayecto de su casa a Dodger Stadium en completo confort. Maneja un Corvette plateado con vidrios polarizados y placas personalizadas que son de rigor para las celebridades de Los Angeles: FV34.
“Sin embargo, ha sido un largo trayecto desde su natal Etchohuaquila, Sonora, 350 millas al sur de la frontera de Arizona. Los primeros reporteros que exploraron los orígenes de Valenzuela durante la Fernandomanía en 1981 escucharon con frecuencia cuando llegaron a Ciudad Obregón que Etchohuaquila estaba ‘a unos 20 kilómetros al sur y como 50 años atrás’.
“Valenzuela y Linda Burgos son padres de dos niños. Fernando Jr. cumplirá tres años en septiembre y Ricardo tiene 16 meses. Ambos son nacidos en Estados Unidos, es decir son ciudadanos norteamericanos. La familia vive en un condominio de tres recámaras con vista panorámica de la ciudad ubicado en una exclusiva zona del centro. Sus gustos son elegantes y muy caros. Linda, de 24 años, una ex maestra de escuela en México, es aficionada a accesorios de piel Louis Vuitton que parecen salidos de las páginas de Vogue. Valenzuela tiene una gran colección de pantalones de sastre europeo y de mocasines, además de un Rolex de oro con diamantes incrustados. El condominio tiene una niñera de tiempo completo para los niños y una máquina de Pac Man para Valenzuela, un hábil aficionado de los videojuegos.”
Problemas en 1987
La pistola de radar de Mike Brito empezaba a marcar cifras cada vez más bajas ante las rectas de Valenzuela, lo que hacía cada vez menos efectivos sus cambios de velocidad y lo obligaba a usar cada vez más su screwball, lo que no ayudaba a su control y su buena forma.
1987 fue un año gris para los Dodgers y para Valenzuela: el mexicano terminó la temporada con 14 ganados y 14 perdidos, 3.98 de efectividad (el más alto de su carrera), 34 salidas, 12 juegos completos, 1 blanqueada, 251 innings, 111 carreras limpias admitidas, 124 bases por bolas y 190 ponches.
Por su parte, los Dodgers terminaron, con 73 ganados y 89 perdidos, lejos de las posibilidades de postemporada.
Mal año, lesión, el Bulldog y un cuento de hadas: 1988
Los expertos no auguraban nada bueno para los Dodgers en 1988, a pesar de la adición del jonronero Kirk Gibson –proveniente de los Detroit Tigers, con quienes había sido campeón en 1984- el pronóstico era que no llegarían a los play offs.
Fernando fue el encargado de abrir el juego inaugural de los Dodgers en casa frente a los San Francisco Giants y en seis entradas permitió 7 hits, 5 carreras (4 de ellas limpias), regaló 4 pasaportes y ponchó a 4 enemigos. El resultado final fue una derrota 5 carreras a 1.
Así como la primera salida, el primer mes de la temporada no fue bueno para Valenzuela, que terminó abril con 5 salidas, 2 ganados 3 perdidos, 37.2 innings lanzados, ningún juego completo, 13 carreras limpias admitidas, para una inusual efectividad de 3.11, con 21 pasaportes y 17 ponches.
Mayo tampoco fue positivo: 5 salidas, 1 ganado y 2 perdidos, 33.2 innings de labor, 2 juegos completos, 16 carreras limpias (4.28 de efectividad), 19 bases por bolas y 16 ponches.
En junio consiguió dos victorias y milagrosamente no tuvo derrotas a pesar de tener dos salidas de terror contra Cincinnati: el 3 de junio, con sólo 2.1 entradas y 4 carreras limpias admitidas, y el 25 de junio con apenas dos tercios de entrada y otras 4 carreras limpias. Los Dodgers en ambas ocasiones rescataron a Fernando ganando los encuentros. En 5 salidas, lanzó apenas 26.1entradas, un juego completo. Le anotaron 14 carreras limpias (4.78 de efectividad), regaló 12 bases y sólo ponchó a 6 enemigos.
Pero nada de esta mala campaña había preparado a los Dodgers y al mismo Valenzuela para lo que vendría: en julio, el zurdo tuvo 6 salidas, no ganó un solo juego y perdió 3, tuvo 37.2 entradas de labor, le fabricaron 23 carreras (para una espantosa efectividad de 5.50), con 22 bases por bolas y apenas 21 ponches.
Por si tener el peor mes de su carrera en Grandes Ligas no fuera suficiente, luego del juego del 30 de julio contra Houston, Valenzuela fue colocado –por primera vez en su vida- en la lista de lesionados por una dolencia en el hombro izquierdo.
Valenzuela se perdería completo el mes de agosto y regresaría hasta el 26 de septiembre con una apertura de sólo 3 entradas en la que permitió una carrera y ponchó a 3 Padres de San Diego y realizaría labor de relevo el primero de octubre contra los Giants y conseguiría el salvamento.
A pesar del regreso Tom Lasorda dejó a Valenzuela fuera del roster activo para enfrentar la postemporada. Los Dodgers tenían un héroe nuevo: Orel Hershiser.
El Bulldog había ganado 23 partidos en la temporada regular y había roto el récord de más innings consecutivos sin permitir carrera limpia, con 59 entradas (la marca anterior era de otro Dodger, Don Drysdale). Además, Hershiser consiguió el Cy Young y fue el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y de la Serie Mundial.
Los Dodgers se coronarían campeones del beisbol al vencer en 5 juegos a los imponentes Oakland Athletics en un año en el que Hershiser reescribió los libros de récords y Kirk Gibson escribió un cuento de hadas. Valenzuela lo vio todo desde el dugout.
Crisis: 1989
La temporada de 1989 es perfectamente retratada en el libro The Dodgers, 120 years of Dodger History, de Glenn Stout:
“En el receso de la temporada antes de 1989, Steve Sax se convirtió en agente libre y los Dodgers lo dejaron ir. En contraparte, firmaron al veterano ex Yankee Willie Randolph. Todavía era un buen jugador, pero los Dodgers extrañarían la chispa de Sax.
“El éxito de Gibson convenció al equipo de volver a gastar en grande y esta vez escogieron al primera base de los Baltimore Orioles Eddie Murray. En el papel los Dodgers lucían como un equipo reforzado: Valenzuela estaba de regreso, Gibson y Murray junto a Mike Marshall se veían formidables, y con Gibson y Hershiser tenían un montón de poder, fuego y hielo.
“Pero la verdad era que muchos de los jugadores que tuvieron un excelente 1988 habían logrado algo que nunca más volverían a conseguir. En 1989 la lesión de pantorrilla de Gibson requirió cirugía y Murray batalló para ajustarse a la Liga Nacional y al Dodger Stadium. John Tudor se lesionó y se perdió la mayor parte del año, Valenzuela estaba disminuido.
“Hershiser tuvo récord de 15-15 y dijo: ‘Realmente siento que he pichado tan bien como el año pasado’. Estaba en lo correcto, pero ya no era 1988. Los Dodgers abrieron la temporada con récord de 3 ganados y 7 perdidos y nunca estuvieron en la pelea. Al final terminaron mirando hacia arriba en el cuarto lugar de la división, con 77 ganados y 83 perdidos.”
Libre de lesiones, Valenzuela terminó el año con 10 ganados y 13 perdidos, 3.42 de efectividad, 196.2 innings lanzados en 31 salidas, 3 juegos completos. 99 bases por bolas y 116 ponches. Una temporada modesta en medio de la crisis del equipo.
El acto final, 1990.
Nuevamente, el libro The Dodgers, 120 years of Dodger History, de Glenn Stout nos da un panorama de 1990.
“Antes de la temporada de 1990, los Dodgers contrataron a Juan Samuel, al jardinero agente libre Hubie Brooks y Kal Daniels. Cobijando a Gibson y Murray y apoyando al staff de pitcheo, el line up de los Dodgers parecía capaz de llevar al equipo a otro banderín de la liga nacional y probablemente a otro campeonato mundial. En apenas un par de años el line up cambió casi en su totalidad y no tenía ningún producto de sus granjas. Eran un equipo completamente diferente.
“En apenas unas pocas salidas, Orel Hershiser tuvo una lesión en el hombro que terminó con su temporada y requirió cirugía. El relevista Jay Howell también quedó fuera con una lesión de rodilla, lo mismo pasó con Tim Belcher, Don Aase y Jim Gott. El equipo ocupó más de 20 lanzadores en esa temporada, la cantidad más alta desde que se mudaron a Los Angeles.
“Pero la temporada tuvo algunos buenos momentos, falsas indicaciones de grandeza: El 4 de junio, Ramón Martínez ponchó a 18 Atlanta Braves (la mayor cantidad para un Dodger desde que Sandy Koufax hiciera abanicar al mismo número de contrarios en 1962) mientras los blanqueaba 6 carreras a 0. “Pero en la temporada que estaban teniendo los Dodgers, incluso las espectaculares actuaciones individuales no significaron demasiado.
“Otro ejemplo de ello fue el trabajo de Fernando Valenzuela el 29 de junio. Desde su lesión de hombro en 1988, Valenzuela había batallado. Perdió algunas millas claves en su recta y ya no era capaz de pasar a los bateadores con la consistencia de antes”.
Valenzuela llegó al 29 de junio con récord de 5 ganados 6 perdidos en 15 salidas, 94.2 innings lanzados, 97 hits, 43carreras limpias para una efectividad de 4.09, 37 bases por bolas y 58 ponches.
A las 7:07 de la noche casi todos los Dodgers estaban sentados alrededor de la televisión del clubhouse de Dodger Stadium viendo como Dave Stewart completaba su juego sin hit ni carrera contra los Toronto Blue Jays, en Toronto.
El primero de levantarse luego del último out fue Fernando Valenzuela (que abriría el juego contra los Cardenales de San Luis menos de 30 minutos después) y al hacerlo le dijo a sus compañeros: “Acaban de ve un juego sin hit ni carrera en la tele, ahora van a ver uno en vivo”. Tiempo después el propio Valenzuela declararía que “sólo fue una broma”.
Valenzuela retiró la primera entrada con rola de Vince Coleman a las paradas cortas, ponchó a Willie McGee, Pedro Guerrero se embasó por error de Kirk Gibson en el jardín izquierdo y Todd Zeile cerró la entrada con elevado al jardín central.
En el segundo capítulo, Terry Pendleton y José Oquendo elevaron al jardín central y Rex Hudler elevó al short stop. Para la tercera Ozzie Smith elevó al central y José De León y Coleman abanicaron el tercer strike.
McGee y Guerrero elevaron al jardín izquierdo y Zeile fue retirado con rola al short stop para terminar la cuarta entrada. Pendleton y Oquendo fueron retirados con rolas a la tercera base y Hudler se ponchó para culminar la quinta. En la sexta, Smith fue retirado con una línea al jardín izquierdo, De León con rola al pitcher y Coleman con ponche tirándole.
La séptima entrada fue la más complicada: McGee se fue con rola al short, y luego de que Guerrero y Zeile recibieran pasaportes y Pendleton elevó a izquierdo y Oquendo cerró el inning con una rola a la tercera.
Para la octava, Hudler es retirado con rola al short, Smith se poncha tirándole y el emergente Craig Wilson elevó al central.
En la novena, Coleman se ponchó sin tirarle, McGee recibió base por bolas y Pedro Guerrero terminó el juego con un dramático batazo de botes altos que se le escapó del guante a Valenzuela pero terminó yendo justo a la colocación del segunda base Juan Samuel que pisó la intermedia y dobló hacia primera para completar el doble play y el juego sin hit ni carrera.
Esta histórica actuación parecía el renacer de la Fernandomanía, 10 años después, pero como sentencia Glenn Stout: “Después de eso, repentinamente volvió a tener problemas”.
Valenzuela terminó la temporada de 1990 con récord de 13 ganados y 13 perdidos. 4.59 de efectividad en 204 innings y 33 salidas, tuvo 5 juegos completos, regaló 77 bases por bolas y ponchó a 115 oponentes.
La última salida de Valenzuela en Dodger Stadium fue el 19 de septiembre contra los San Diego Padres, se fue sin decisión en la derrota de los Dodgers 9 carreras a 4, apenas lanzó 4 entradas y 2 tercios; su última salida del año, nadie sabía entonces lo significativa que sería, fue en San Francisco, el 30 de septiembre, en 4 entradas permitió 7 carreras limpias y cargó con la derrota.
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