Tom LaSorda salió del dugout local en Dodger Stadium, Jerry Reuss lo esperaba en el montículo. A medio camino, LaSorda miró hacia el bullpen, al fondo del jardín izquierdo, y se tocó el brazo izquierdo. A la señal, Fernando Valenzuela empezó a caminar hacia el montículo, tal como lo hiciera 30 años antes para abrir su primer juego de Grandes Ligas.
La escena, del 31 de marzo de 2011, fue una metáfora de la cadena de eventos que llevó a un joven mexicano, con apenas siete relevos en su currículum de Grandes Ligas, a abrir el juego inaugural para los Los Angeles Dodgers el 9 de abril de 1981 y que derivó en un fenómeno deportivo y mediático sin precedentes y aún sin comparación en la historia del beisbol (y quizá de todo el mundo de los deportes): la Fernandomanía.
El 30 de marzo, un día antes de que Valenzuela lanzara la ceremonial primera bola de la temporada 2011 de los Dodgers, el reportero Dylan Hernández publicó en el Los Angeles Times una nota titulada Fernando Valenzuela was a game changer for the Dodgers, baseball and Los Angeles.
De la excelente pieza, Beisbol en palabras –como es su costumbre- hace un descarado plagio y les trae algunos de sus párrafos.
En este espacio se abordó ampliamente la historia de Fernando Valenzuela (ver Fermandomanía I-V).
A 30 años de distancia pareciera que hay muy poco que decir. No es así.
“Lo que llegó a ser conocido como Fernandomanía empezó con una blanqueada en el día inaugural del novato mexicano Fernando Valenzuela hace 30 años. Él lanzará la ceremonial primera pichada mañana en Dodger Stadium. Entre los dos eventos, él cambió radicalmente el panorama deportivo y cultural de los Estados Unidos.
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“Como comentarista de las transmisiones en español de los juegos de los Dodgers, Valenzuela siempre lleva su acreditación colgada del cuello, como cualquier otro miembro de la prensa. Pero en Dodger Stadium no la necesita, la gente lo reconoce donde sea.
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“Valenzuela asegura no haber tenido conciencia de cómo su desempeño en el campo de beisbol influenció al mundo a su alrededor. No podía ver más allá de la superficie –las enormes concentraciones de personas que querían verlo a cada paso, la demanda de su tiempo, su récord de juegos ganados y perdidos, la rotación de su lanzamiento de marca registrada: el tirabuzón.
“‘Yo acabada de llegar aquí y no sabía cómo era la vida para los mexicanos, los latinos, en Estados Unidos. Era difícil para mi comprenderlo. Yo estaba enfocado en mi’
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“‘El impacto que él tuvo no sólo en el sur de California, sino en todo el país, fue grandioso para el beisbol’, dijo Bud Selig, alto comisionado de Grandes Ligas.
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“El impacto duradero de su superlativa temporada de novato –ganó el premio Cy Young, el Novato del Año, el bate de plata y un anillo de Serie Mundial- se puede ver en las gradas.
“‘Ahora si vas al estadio, hay ciertas secciones en las que se habla más español que inglés’, aseguró Jaime Jarrín, el locutor de los juegos de los Dodgers en español.
“Los Dodgers, equipo que el año pasado llevó a su estadio a más de 3.5 millones de fanáticos, realizaron una encuesta que indicó que el 40 por ciento de su base de fanáticos es latina.
“Si bien no hay una manera concreta de cuantificar el ‘efecto Valenzuela’, Derrieck Hall, quien fuera ejecutivo de los Dodgers, aventura que las asistencias a Dodger Stadium serían 10 o 20 por ciento más bajas si Valenzuela nunca hubiera jugado para el equipo.
“Es por eso y por su picheo, ‘personalmente pienso que Fernando pertenece al Salón de la Fama’, dijo Hall, ahora presidente de los Arizona Diamondbacks.
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“Hasta que Valenzuela vistió el uniforme de los Dodgers, la comunidad mexico-americana de Los Angeles veía al equipo ‘con un cierto grado de desconfianza’, aseguró Samuel Regalado, profesor de Historia en la California State University Stanislaus que ha estudiado la migración hacia Estados Unidos, Latinoamérica y los deportes.
“‘La construcción de Dodger Stadium no fue uno de los puntos más brillantes de la comunidad mexicana’, dijo Regalado.
“El arrivo de Valenzuela coincidió con un periodo de crecimiento de medios de comunicación en español, asegurando que la comunidad latina estuviera pendiente de él. Pero Valenzuela trascendió etnias y razas. Todos querían verlo lanzar.
“‘Los teléfonos no dejaban de sonar en Dodger Stadium’, cuenta Steve Brener, entonces director de relaciones públicas del equipo. ‘La gente quería saber: ¿Cuándo va a lanzar Fernando?’
“A la mitad de la temporada de 1981, Valenzuela fue invitado a un desayuno en la Casa Blanca que el presidente Reagan ofrecía en honor del presidente mexicano José López Portillo.
“‘Los hombres más poderosos del mundo hacían fila para que les diera un autógrafo’, recuerda Jaime Jarrín.
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“Aún ahora, cuando la pantalla gigante del estadio lo muestra en la cabina de transmisiones, los aficionados se levantan de sus asientos y aplauden.
“Jarrín dice que sólo puede pensar en otros dos Dodgers que son recibidos por la afición de manera similar: LaSorda y Sandy Koufax.
“Esa adoración es la razón por la cual los Dodgers no han dejado que nadie utilice el número que fuera de Valenzuela, el 34, a pesar de que el número no está oficialmente retirado. Cuando Manny Ramírez llegó a los Dodgers a mitad de la temporada de 2008 y pidió el número 34, el manager del clubhouse, Mitch Poole, le dijo que tenía que escoger otro diferente.
(En la conferencia de prensa en la que Manny fue presentado como Dodger, Ramírez dijo: ‘Yo pedí el número 34, pero es el número de Fernando y todos saben que aquí Fernando es el rey’. Nota del metiche.)
“Valenzuela dice que se siente halagado por la sugerencia de que ha ejercido una influencia de largo alcance, pero considera que su logro más grandioso está en algo que hizo en una escala significativamente menor.
“Como jugador, Valenzuela frecuentemente daba charlas en las escuelas primarias del área de Los Angeles, muchas de ellas en áreas preponderantemente latinas.
“‘En los deportes ganas y pierdes’, recuerda haberle dicho a los niños. ‘Pero en la educación, solamente ganas. Las carreras en los deportes terminan muy rápido. Una educación puede llevarte a una carrera que dura mucho más’.
“En un par de ocasiones, recuerda, se le han acercado personas que los escucharon hablar.
“‘Gracias a los que dijo, estudié y ahora soy doctor’, recuerda que una persona le dijo. Otro, dice, fue un abogado. ‘Les dije que me alegraba que hubieran escuchado, que hayan podido mejorar sus vidas, que hayan podido hacerse cargo de sus familias’, dijo. ‘Eso significa mucho más que ganar un juego o se elegido para el Salón de la Fama. No hay nada que se pueda comparar con eso. No tiene precio’”.
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